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viernes, 7 de marzo de 2014

87 Cumpleaños de Gabriel García Márquez. Crónica de Jorge Zavaleta. Homenaje de Cuadernos para el Diálogo



Jueves, 6 de marzo de 2014
AMERICA POR GARCIA MARQUEZ Y VARGAS LLOSA
Homenaje | Hemeroteca de Cuadernos para el diálogo
Jorge Zavaleta Alegre

—¿Para qué crees que sirves tú como escritor? —preguntó Mario Vargas Llosa. —Tengo la impresión de que empecé a ser escritor cuando me di cuenta que no servía para nada —contestó Gabriel García Márquez. “Ahora no sé si, desgraciada o afortunadamente, creo que es una función subversiva, ¿verdad?, en el sentido de que no conozco ninguna buena literatura que sirva para exaltar valores establecidos”, agregó
Así empezó el fructífero y enriquecedor diálogo sobre La novela en América Latina, durante las mañanas primaverales del 5 y 7 de septiembre de 1967. Fue en la Facultad de Arquitectura de la UNI, principal centro científico y tecnológico del Perú, cuando ambos ya eran notables novelistas, y años después serían consagrados con el Premio Nobel de Literatura 1982 y 2010.

La Academia sueca ubicó al colombiano García Márquez en el contexto “de un continente cuya literatura ha conquistado una posición que es seguida con particular interés en la vida cultural de nuestro tiempo”. Y al peruano
Vargas Llosa “por su cartografía de estructuras de poder y sus mordaces imágenes de la resistencia individual, sublevación y derrota”.

[Img #8094]

VLL. ¿Esa inconformidad que expande la literatura en el ámbito social puede ser prevista, calculada por el escritor cuando su libro llegue a sus lectores?

GM. No. Creo que si eso es previsto, que si es deliberada la fuerza, la función deliberada del libro que se está escribiendo, desde ese momento ya el libro es malo. Pero antes quiero establecer esto: cuando aquí decimos escritor, cuando decimos literatura, nos estamos refiriendo a novelistas y a la novela, porque de otro modo podría prestarse a malas interpretaciones… Creo que el escritor siempre está en conflicto con la sociedad…

VLL. ¿Qué otros factores serían los preponderantes, que elementos determinarían la realidad de la obra
literaria?

GM. A mí lo único que me interesa en el momento de escribir una historia es si la idea de esa historia pueda
gustar al lector y que yo esté totalmente de acuerdo con esa historia… Precisamente estoy preparando la historia de un dictador imaginario que se supone es latinoamericano que tiene 182 años… Lo que quiero en este caso es
expresar que en la inmensa soledad del poder no hay arquetipo mejor que el del dictador latinoamericano, que es el gran monstruo mitológico de nuestra historia.

VLL. Una pregunta más personal, porque al hablar de la soledad yo recordaba que es un tema constante en todos tus libros, inclusive el último se llama, precisamente, Cien años de soledad, y es curioso, porque tus libros siempre están muy poblados o son muy populosos…

GM. En realidad, no conozco a nadie que en cierta medida no se sienta solo. Este es el significado de la soledad que a mí me interesa. Temo que esto sea metafísico y que sea reaccionario y que parezca todo lo contrario de lo
que yo soy, de lo que yo quiero ser en realidad, pero creo que el hombre está completamente solo. Creo
que es parte esencial de la naturaleza.

[Img #8095]VLL. Quisiera que nos hablaras de este elemento que diríamos cultural. ¿Qué lecturas influyeron mayormente en ti cuando escribiste tus libros?

GM. Yo conozco mucho a Vargas Llosa y se dónde está tratando de llevarme. Quiere que le diga que todo esto viene de la novela de caballería. Y en cierto modo tiene razón. Uno de mis libros favoritos que sigo leyendo es el Amadís de Gaula y creo que es uno de los grandes libros que se han escrito en la historia de la humanidad,
a pesar de que Mario Vargas Llosa cree que es el Tirante el Blanco… Toda esta libertad narrativa desapareció
con la novela de caballería, en la que se encontraban cosas tan extraordinarias como las que encontramos ahora en América Latina todos los días. ¡Las relaciones entre la realidad de América Latina y la novela de caballerías
son tan grandes!

VLL. Tal vez podrías llegar a hablarnos del realismo en la literatura, cuáles son los límites del realismo y, ante un libro como el tuyo, donde ocurren cosas muy reales, muy verosímiles junto a cosas aparentemente irreales, como
esa de la muchacha que sube al cielo en cuerpo y alma, o un hombre que promueve treinta y dos guerras, lo derrotan en todas y sale ileso de ellas. ¿Tú crees que eres un escritor realista o un escritor fantástico, o crees que no se puede hacer esta distinción?

GM. No. No. Yo creo que particularmente en Cien años de soledad soy un escritor realista, porque creo que en América Latina todo es posible, todo es real. Creo que tenemos que trabajar en la investigación del lenguaje y de formas técnicas del relato, a fin de que toda fantástica realidad latinoamericana forme parte de nuestros libros.
Asumir nuestra realidad, que es una forma de realidad, puede dar algo nuevo a la literatura universal.

VLL. Hay un capítulo en donde yo creo que tú has descrito con gran maestría el problema de la explotación
colonial de América Latina. A mí me gustaría que lo explicaras de alguna manera.

GM. La historia de Macondo y las bananeras es totalmente real. Lo que pasa es que hay un raro destino en la realidad latinoamericana, inclusive en casos como el de las bananeras que son dolorosos, tan duros, que tienden, de todas maneras, a convertirse en fantasmas. Con la compañía bananera empezó a llegar a ese pueblo gente
de todo el mundo y era muy extraño porque en este pueblito de la costa atlántica de Colombia hubo un momento en el que se hablaba todos los idiomas. La gente no se entendía entre sí; y había tal prosperidad, es decir, lo
que entendían por prosperidad, que se quemaban billetes bailando la cumbia. Los trabajadores que reclamaron pagos en dinero y no en bonos y lo que pasó fue que el ejército rodeó a los trabajadores en la estación y les dieron cinco minutos para retirarse. No se retiró nadie y los masacraron.

VLL. Dicen que una vez el gobierno brasileño suprimió una epidemia con un decreto.

GM. Volvemos a lo mismo. Lo que pasa es que en América Latina por decreto se olvida un acontecimiento como tres mil muertos. Empezamos a buscar ejemplos y encontramos miles.

VLL. O sea, el episodio de la matanza de los obreros no es solo histórico, sino que…

GM. Mi novela da el número del decreto por el cual se autorizaba para matar a balazos a los trabajadores y da el nombre del general que lo ha firmado y el nombre de su secretario. Eso está en Archivos Nacionales y ahora
lo ven en la novela y piensan que es una exageración. 

VLL. ¿Por qué no nos cuentas un poco cómo conciliaste la actividad periodística con la actividad literaria antes de escribir Cien años de soledad. ¿Crees que estas actividades paralelas dificultaban el ejercicio de tu vocación?

GM. Mira, durante mucho tiempo creí que la ayudaban, pero en realidad todo dificulta al escritor, toda actividad secundaria… Yo no estoy de acuerdo con lo que se decía antes: que el escritor tenía que pasar trabajos y estar en la miseria para ser mejor escritor. Yo creo de veras que el escritor escribe mucho mejor si tiene sus problemas
domésticos y económicos perfectamente resueltos, y que mientras mejor salud tenga y mejor estén sus hijos
y mejor esté su mujer, dentro de los niveles modestos en que nos podemos mover los escritores, siempre escribirán mejor. Ahora, también sucede una cosa: que yo podía haber resuelto mi situación de escritor aceptando becas, subvenciones, en fin, todas las formas que han inventado para ayudar al escritor.

VLL. ¿Subvenciones de qué tipo? Porque el hecho de que un escritor leído o auspiciado o alimentado por una sociedad es también una forma de subvención indirecta.

GM. Pero tú y Cortázar y Fuentes y Carpentier y otros están demostrando, con 20 años de trabajo, de romperse el cuero, como se dice, que los lectores terminan respondiendo. Estamos tratando de demostrar que en la América Latina los escritores podemos vivir de los lectores, que es la única subvención que podemos aceptar los
escritores.

VLL. El público del autor latinoamericano ha crecido enormemente, hay una audiencia realmente asombrosa. ¿Qué piensas tú, en comparación al escritor de hace treinta años?

GM. Yo estoy muy asustado. Creo que hay un factor real. Los escritores de hace treinta años hacían otras cosas. En general, escribían los domingos o cuando estaban desocupados. La literatura era su trabajo secundario. Escribían cansados, es decir, después de haber trabajado en otra cosa, se ponían a escribir literatura y estaban
cansados. Las mejores horas, horas más descansadas, hay que dedicárselas a la literatura. Ahora, yo no sé si el fenómeno del “boom” es en realidad un “boom” de escritores o si es un “boom” de lectores, ¿verdad?

[Img #8096]VLL. ¿Tú piensas que este movimiento de auge de la literatura latinoamericana se debe principalmente a que los escritores latinoamericanos contemporáneos son más rigurosos con su vocación, es decir, se han entregado más?

GM. Creo que es por lo que decíamos antes. Que hemos decidido que lo más importante es seguir nuestra vocación de escritores y que los lectores se han dado cuenta de ello. En el momento en que los libros eran realmente buenos aparecieron los lectores. Esto es formidable.Yo creo, por eso, que es un “boom” de lectores.

VLL. La mayor parte de los autores latinoamericanos “de moda”, diríamos, viven fuera de sus países. Se preguntan si el exilio voluntario de estos autores daña de alguna manera el testimonio que ofrecen de su propia realidad. ¿Qué piensas tú del problema?

GM. Tengo catorce años de haber salido de Colombia y sigo viviendo en Colombia, pues estoy perfectamente
informado de todo lo que ocurre en el país, mantengo contacto por correspondencia, recortes de prensa y estoy siempre al día en relación con todo lo que sucede allí. En el exterior se goza de cierta impunidad. Yo en París he
vendido botellas, en México he escrito guiones de televisión sin firma, es decir, cosas que nunca hubiera querido hacer en Colombia. En cualquier parte del mundo donde esté, estoy escribiendo una novela colombiana, una novela latinoamericana.

VLL. A mí parece que la literatura de evasión es una literatura que escapa de una realidad concreta, de una realidad histórica, es menos significativa, que busca su material en una realidad concreta.

GM. A mí personalmente esa literatura no me interesa. Pero esto me hace recordar algo que conversamos. Recuerdo que tú llegabas a la conclusión de que los novelistas somos los buitres que estamos
alimentándonos de la carroña de una sociedad en descomposición y me parece que sería interesante que recordaras esto que me decías, no se sí lo recuerdas, pero conversamos en Caracas.

VLL. Bueno, pero como el interrogado eres tú…

GM. No, no… es que estoy totalmente de acuerdo con esta idea tuya, podría exponerla yo, pero me parece que
eso es una tontería estando delante tú, para que la expongas. Yo soy totalmente solidario.

VLL. Yo creo que estas sociedades que se parecen un poco a los cadáveres son las que excitan más a los escritores, los proveen de temas fascinantes. ¿Tú crees que se puede señalar un denominador común entre todos estos escritores? ¿Cuáles serían las afinidades que hay entre ellos?


http://cambio16.es/upload/img/periodico/img_8098_thumb.jpgCuadernos para el Diálogo, de Cambio16, retrataba así a Gabo en agosto de 2010 / Hemerotecahttp://cambio16.es/upload/img/periodico/img_8100_thumb.jpghttp://cambio16.es/upload/img/periodico/img_8101_thumb.jpghttp://cambio16.es/upload/img/periodico/img_8102_thumb.jpghttp://cambio16.es/upload/img/periodico/img_8103_thumb.jpghttp://cambio16.es/upload/img/periodico/img_8104_thumb.jpghttp://cambio16.es/upload/img/periodico/img_8105_thumb.jpg
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