Escribe: Jorge Zavaleta
Alegre | Opinión - 00:43h
Un viejo proverbio
Etíope dice: “Cuando las telas de araña se juntan, ellas pueden amarrar a un
león”.
La III Cumbre de jefes
de Estado y de gobierno de América del Sur y de África (ASA), de febrero 2013,
realizada en Malabo, capital de Guinea Ecuatorial, reunió a representantes de
63 naciones. ASA agrupa a los 12 países suramericanos y los 54 africanos.
Concluyó esta cita,
apoyando el compromiso básico de fortalecer su Secretaría Permanente o Mesa
Presidencial Estratégica con sede en Caracas e incluyó el respaldo a Argentina
para intentar solucionar el tema de las Islas Malvinas. A Cuba, para que se
termine el bloqueo de Estados Unidos, y crítica a la ONU por declarar estado no
miembro a Palestina.
El foro condenó los
hechos de violencia que se desarrollan en Siria y que han dejado decenas de
muertos en lo que va de año.
Según datos oficiales,
el intercambio comercial entre África y América del Sur, que fue de siete mil
200 millones en 2002, llegó hasta cerca de los 40 mil millones de dólares en
2011.
Tiempos modernos los de
hoy, si uno recuerda, por ejemplo, al presidente Theodore Roosevelt, quien
después de su expedición, en 1909, comparó Africa con “el Pleistoceno tardío”.
Y muchos de esos países adquirieron popularidad para los safaris en los campos que
alojaban manadas de elefantes y cebras, de jirafas, leones, hipopótamos,
leopardos.
La II Cumbre de ASA, se
realizó en la isla venezolana de Margarita, aprobó la “Declaración de Nueva
Esparta". Pero durante la I Cumbre, en Nigeria 2006, fue interrumpida por
las intervenciones extranjeras en Libia, Siria y Malí, países depositarios de
las más grandes reservas petroleras y gasíferas del planeta.
De allí nace y crece la
necesidad de una relación directa Sur-Sur para aprender de manera conjunta la
protección de los recursos naturales y aumentar los intercambios en comercio,
inversiones, turismo, energía, transporte, infraestructura, ciencia y
tecnología. El intercambio comercial entre las dos regiones bordeó en el 2011,
los 40 mil 400 millones de dólares.
Vivimos tiempos
relativamente diferentes. Entre la frondosa literatura, Memorias de África, de
Isak Dinesen, seudónimo de Karen von Blixen-Finecke, publicado en 1937, llevada
al cine con gran éxito se puede ver una fotografía de la vida colonial de la antigua
Kenia, ahora país moderno defensor del desarrollo sostenible, donde la mano de
obra era provista por “squatters” o personas de una tribu local que garantizaba
a los propietarios el trabajo de la tierra, que en muchos casos había sido
propiedad de los campesinos, antes que llegaran los colonizadores.
Brasil, alberga la
población de negros más numerosa del mundo después de Nigeria. La integración
ya no se detiene. En Sudáfrica, el grupo de economías emergentes BRICS (Brasil,
Rusia, India, China y Suráfrica) se reunirá en marzo, y en mayo celebrará los
50 años de la Unión Africana en Etiopía.
América Latina al
participar en la Cumbre de ASA, fortalece el proyecto Sur Sur y promueve que
estas dos regiones encuentran nuevos escenarios para plantear al mundo
alternativas para superar la crisis global, mediante una revolución
intelectual, cifrada en la ética, en la búsqueda de mayor equidad, apostando
por la educación y lucha contra la desnutrición.
Africa y América Latina
mantienen una antigua relación, desde la Colonia y el Virreinato. La cultura de
ambos se expresa con intensidad en el idioma, en la música, el arte, el
deporte. Los viejos condenados de la tierra, hoy encuentran en la Historia
Contemporánea, un desafío conjunto.
La declaración final de
esta III Cumbre contempla fortalecer la cooperación Sur-Sur mediante 27
acuerdos. El seguimiento de los acuerdos en Malabo, se hará el 26 de abril
próximo, en Caracas, nación elegida secretario permanente del foro.
Otro acuerdo es la
aprobación de un fondo de financiamiento para ejecutar programas y proyectos
que podría entrar en funcionamiento en septiembre venidero, aunque hubo un
acuerdo de fortalecer lo logrado antes de realizar una expansión.
El proceso de
integración de Africa y Sur América revive el mapa de estos territorios y una
historia similar de despojo, explotación, desprecio y marginación. Al mismo
tiempo encuentra un canal para compartir sueños, futuros.
Los que viven en
Sudamérica miran en África como sus hijos e hijas. Los que viven en el África
se miran como hermanos con los que viven en Sudamérica. “No nos extrañemos si
de pronto nos encontramos, en nuestras luchas, entre parientes”.
Un documento de la II
Cumbre ASA señala que los autores de la depredación en ambos lados del océano
Atlántico, son la misma persona, y se llama “capitalismo transnacional”:
-Antes, como ahora,
acusándonos de salvajes, de ignorantes, de incivilizados e inhumanos,
consiguieron con su guerra de conquista y “civilizadora” que nosotros les
generáramos sus grandes riquezas.
- Los pueblos del Sur
nunca nos quedamos callados ni quietos ante la maldad del poderoso capitalista.
Siempre mantuvimos, y mantenemos, luchas de liberación. La rebeldía y la
resistencia es parte de la historia común que compartimos los pueblos de África
y América del Sur.
En la III ASA, algunos
de los asistentes recuerdan los movimientos libertadores que comandó Simón
Bolívar, Negro Primero, Antonio Conselheiro, Ezequiel Zamora, Mandela, Gamel
Nasser y muchos otros liderazgos.
Saben que no bastan las
buenas leyes que promulgan los pueblos con sus gobiernos progresistas y
revolucionarios. Saludan con entusiasmo las leyes y políticas de los gobiernos
socialistas, revolucionarios y progresistas.
Representantes de
algunos movimientos campesinos y campesinas, pescadores y pescadoras, proponen
luchar por la soberanía alimentaria que contemple eliminar la pobreza en el
medio rural, combatir la desigualdad social y la degradación de la naturaleza.
En resumen se exige
garantizar las medidas de mejoría de las condiciones de vida en el campo, tales
como educación, salud, infraestructura y vivienda. Es decir: “vida digna y en
paz”. Con la guerra que propicia el norte no es factible conservar el planeta
como morada de todos.
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