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sábado, 16 de marzo de 2013

Las lecciones de Nasca y Cahuachi


Jorge Zavaleta Alegre Periodista
En este verano, el caudaloso río Nasca, recargado por las torrenciales lluvias en la sierra, volvió a destruir más de mil modestas viviendas construidas en una extensa área costeña de esa provincia.
 
Esas casas fueron edificadas en lugares inadecuados, de alto riesgo, con materiales sumamente precarios –como estera, madera y adobe–, y los resultados desastrosos no se han hecho esperar.


Ante los hechos consumados, el Instituto de Defensa Civil (Indeci) informó en febrero que distribuyó 26 bobinas de plástico entre 759 familias y los municipios de los distritos de El Ingenio, Vista Alegre y Chanquillo.

Este desastre natural, como los que ocurren en otras cuencas de la costa peruana, tiene su causa fundamental en la improvisación e irresponsabilidad de ciertas autoridades locales y traficantes de terrenos que alientan invasiones y construyen asentamientos humanos en zonas que están constantemente expuestas a los efectos destructores de huaicos e inundaciones.

Una gran parte de esas "urbanizaciones" fueron construidas en la década del 90 y luego se han ido extendiendo.

Los damnificados ocupan casas precarias, cuyas estructuras no cumplen con las normas vigentes y desconocen los mapas satelitales e investigaciones que exigen prevención frente a desastres naturales.

Cerca de la zona a la que nos referimos permanecen como testimonio de previsión, sabiduría y admirable dominio de la ingeniería hidráulica los restos históricos de Cahuachi, la ciudad de barro más grande del mundo, y las famosas Pampas de Nasca, el templo abierto que cuenta con colosales alegorías y que son la admiración del mundo entero.

Cahuachi es un adoratorio asentado en el valle del río del mismo nombre, a 460 kilómetros al sur de Lima. Arqueólogos y arquitectos de gran prestigio reiteran que la única forma de garantizar el desarrollo de esta parte del Perú es articular la educación con el mayor conocimiento del pasado histórico e inmediato.

El turismo es una buena fuente de ingresos para Nasca, junto con la agricultura, pero ambas actividades van perdiendo ingresos por la urbanización improvisada y las invasiones ilegales que estarían comprometiendo los límites de Cahuachi y de las Líneas de Nasca.

Los antiguos pobladores supieron manejar la cuenca del río Grande de Nasca, utilizando y transformando el espacio físico con fines económicos, de control político y religioso.

El Museo Arqueológico Antonini, en la ciudad de Nasca, muestra hallazgos recuperados por un proyecto cofinanciado con Italia, entre 1982 y 2011.

Nasca-Cahuachi es una escuela abierta para apreciar reproducciones de micropinturas rupestres, geoglifos de la Pampa de Nasca. Igualmente, el acueducto de Bisambra es otro vestigio del ingenio humano en la ingeniería hidráulica.

Las autoridades municipales y de la región aseguran que el futuro pasa, sin duda, por una nueva relación simétrica entre las instancias gubernamentales y el estímulo a la inversión privada, con criterio de desarrollo sostenible.
Fecha:16/03/2013


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