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jueves, 23 de agosto de 2012

LA EMPRESA PUBLICA Y EL BIEN SOCIAL


Jorge Zavaleta Alegre Periodista licenciado en ciencias sociales
La opinión pública se forma fundamentalmente por el contenido y la intencionalidad de los mensajes  emitidos por los medios de comunicación, ya sea de propiedad privada o público jurídicos.
En países como el Perú, donde escasean las publicaciones  especializadas, por falta de voluntad y de financiamiento, tampoco se promueve la investigación y el análisis,  no se confrontan las fuentes académicas, ni los costosos estudios de las multilaterales, ni de las ONGs de prestigio, no obstante que el acceso  a estas fuentes es casi de libre acceso. Pero la motivación principal parte de la pantalla chica, de la  radio y periódicos locales.
Un lector de Arequipa, comenta en torno a una crónica que el suscrito escribió  el 9 de enero del 2012, sobre la reactivación del sector Energía y Minas:
“Respetable la posición de quien ha escrito este articulo con sesgo nacionalista. ¿Es que el diario El Pueblo está buscando crear opinión pública a favor del gobierno?. No hay peor ciego que aquel que no quiere ver, me parece de alto riesgo vincularse con el gobierno chavista que con todo el petróleo que posee no puede sacar a su pueblo de la pobreza y que ha tenido en el año 2011 un índice inflacionario de más del 28%”.
Comentarios de este tipo siempre aparecen  para cuestionar los esfuerzos del Estado  en el desarrollo empresarial, porque se idealiza a la empresa privada, per sé, como el mejor modelo. En reciente presentación ante la Comisión de Energía y Minas del Congreso, el titular del sector afirmó que los proyectos del Gasoducto Andino del Sur y el Polo Petroquímico  son viables, remarcando la presencia de la inversión privada.
Fue una promesa del gobierno actual, reactivar las pocas empresas estatales solventes que quedan en el mercado, después de dos décadas de supervivencia en un escenario privilegiado para la inversión privada.
Por mandato del  Congreso de la República, Petroperú participará en el Gasoducto Sur Andino, como parte de un programa con presencia de la inversión privada. Esta empresa ha sido declarada “líder en calidad” por la Sociedad Nacional de Petróleo y Minería. La agencia clasificadora Equilibrium,  otorga el nivel AA+ (muy alta capacidad de pagar el capital e interés). Standar & Poor’s, la ubica entre las 20 empresas top del país con un perfil financiero intermedio y liquidez adecuada. Retorna al upstream, que considera la aplicación de reglamento de calificación para participar en actividades de exploración y producción petrolera.
El 72% de peruanos está de acuerdo con el fortalecimiento de Petroperú, según Ipsos Apoyo, mientras que un 12% está en desacuerdo y un 16% no precisa. El respaldo fue más alto en el nivel socioeconómico B, donde alcanzó un 79% de aprobación.
El destino de la empresa pública debe ser visto en un contexto de la globalización. Es función de un Estado tratar de gobernar a la globalización y no al revés. Una mirada regional. Las grandes  petroleras en América Latina son estatales: Pemex, Pedevesa (producción hasta  3 millones de barriles de producción diarios), Petrobras (2 millones de barriles diarios), empresas de talla mundial. Más atrás vienen: Colombia, incluyendo Ecopetrol (1 millón de barriles diarios), Petroecuador, Repsol-EPF de Argentina (que no se podría contar como estatal). La chilena ENAP, que no produce petróleo, pero si dispone de alta tecnología está presente en varios países de la Región y Egipto; y a través de Manu Holding exporta al  Perú entre 6 a 8 mil barriles diarios de Diesel 2 y  gasolina de octanaje,  para su distribución vía Primax, del grupo Romero, y Repsol.  
En este horizonte, igual ruta de reactivación deben seguir: Enapu y Sedapal para ser eficientes. De ser así, las empresas privadas tendrán un claro marco referencial interno y podrán apreciar las ventajas de convivir en un universo económico plural consustancial a las democracias con instituciones sólidas y estables.

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