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sábado, 8 de octubre de 2011

Libertad de prensa, sensacionalismo y la Etica informaiva, ignora la SIP

http://www.elperuano.pe/Edicion/opinion.aspx
El Peruano 8/10/2011

  Jorge Zavaleta Alegre. Periodista
¿Por qué las empresas periodísticas concentran hoy su mirada en el Perú, al igual que en otros países latinoamericanos, donde los proyectos democráticos tratan de superar viejas estructuras y convencionalismos del poder tradicional?

Este mes, Lima es sede de una asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), del encuentro de la Asociación Internacional de Radiodifusión (AIR) y referente de publicaciones económicas, preocupadas por una eventual inseguridad de la inversión privada.

Puede ser legítima esta inquietud, pero observamos que en las agendas se excluye al sensacionalismo como enemigo de los derechos humanos, empezando por la propia libertad de prensa.

El dinámico escenario internacional ha incentivado un nuevo amarillismo noticioso, liderado por la televisión de señal abierta.

El cierre de uno de los diarios del imperio Murdoch ha puesto en el debate el ejercicio de la libertad y recobran actualidad los antecedentes del magnate estadounidense William Randolph Hearst (1863-1951), desnudado en Ciudadano Kane, una de las obras maestras de la historia del cine, y que Hearst prohibió que se mencione en sus periódicos el estreno de la película.

"You provide me with the photographs, and I'll provide you with the war" (Usted suminístreme las ilustraciones, que yo le suministraré la guerra). Fue la elocuente respuesta de Hearst al dibujante del Journal, Rémington, quien desde La Habana, a finales de 1897, telegrafió a su jefe diciéndole: "Todo está en calma. No hay problemas. No habrá guerra".

Este pasaje adquiere mayor connotación cuando el editor del Journal, Richard Harding Davis, tras la publicación de los dibujos de Rémington, dijo que nunca había visto que Hearst llamara la atención o sancionara a los autores de noticias falsas y él se alejó para siempre de este empresario, que alcanzó lugares privilegiados en la vida política y financiera de Estados Unidos.

Pero no solo las palabras escritas son sensacionalistas. Desde la década de 1990, en el Perú se ha instaurado el género policial como forma y fondo de la pantalla chica, con el afán deliberado de subestimar o silenciar acontecimientos de interés colectivo, en desmedro de la ética y los valores de la convivencia social.

"Si no pasa nada, tendremos que hacer algo para remediarlo: inventar la realidad", afirmaba Hearst, quien demostró que la prensa podía ser un terrible poder al que había que tomarlo muy en cuenta en la política y en los negocios.

Los mensajeros del sensacionalismo han impuesto un guion, que inclusive los políticos más lúcidos y honestos no encuentran mecanismos para proteger la esencia de la libertad de prensa. El país no es solo una lista de hechos policiales y de inseguridad ciudadana. El sensacionalismo y la ética de la información deberían ser parte fundamental de los grandes foros y de sus gremios representativos.

La función social de la prensa es vital, sobre todo en esta época en que la cibernética va restando vigencia a las fuentes convencionales.

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