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Jorge Zavaleta Alegre Periodista
El narcotráfico compromete a la comunidad intrnacional y requiere de una acción diaria, decidida y coherente de los gobiernos de los países productores y consumidores de la drogas. La política va más allá de los discursos. Demanda elocuentes gestos, demostraciones. La anunciada Cumbre Antidrogas para el segundo semestre de 2012, propuesta por el presidente Ollanta Humala Tasso, ha generado una respuesta de consenso.
Este panorama da tiempo para diseñar un nuevo enfoque, más efectivo, siempre y cuando se empiece a quebrar la cadena de suministro y comercialización de los insumos químicos, el lavado de activos financieros y la criminalidad que genera esta ilícita actividad.
Y tomando muy en cuenta al campesino que cultiva la coca por razones de subsistencia personal y familiar, como señala el Jefe del Estado peruano.
A favor de la cumbre se han pronunciado, formalmente, los Estados Unidos y la Unión Europea, donde funciona el mercado de consumo más grande del planeta, sin considerar, por cierto, aquella creciente producción de droga química, que según estudios de la Unión Europea entre los países andinos es otra granada en mano, mucho más peligrosa que la cocaína de los Andes.
El principio de la corresponsabilidad, debilitado en Estados Unidos y Europa por la inercia de los países productores, comienza a revivir. En buena hora. El copresidente de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana, José Ignacio Salafranca, de la UE, reconoce la responsabilidad compartida y estima que luchar contra las drogas supone la apertura de sus mercados libres de aranceles, como venía funcionando dentro del Sistema de Preferencias Generalizadas, que es un sistema unilateral.
El subsecretario de Estado de Estados Unidos, William Burns, reitera que "la única manera" para encontrar una solución "es a través de un esfuerzo integral que incluye desarrollo alternativo, interdicción, denuncia contra el lavado de activos, compartir información, así como la erradicación" de los cultivos de coca.
La ONU, por intermedio de su subsecretario general, Heraldo Muñoz, demanda mayor cooperación, especialmente de los países desarrollados. El narcotráfico no solo es comercio de drogas. Combatir los cárteles o el narcopoder demanda el apoyo de la ciudadanía, es parte de la seguridad.
Una acción inmediata por parte del Estado debe ser poner en marcha estrategias orgánicas para el cese inmediato en el abastecimiento de los insumos para las pozas de maceración de coca, además de la salvaje extracción de la madera y traslado al mercado de Lima para una industria informal de muebles y la construcción civil.
El narcotráfico en varias zonas del país sigue matando a cada instante la fauna, la flora y vidas humanas, con los desechos de la droga que terminan envenenando cuencas y valles.
Y el drama va mucho más lejos porque la droga química, artificial, que se comercializa en discotecas, se sospecha que también está en manos de las mismas mafias. La tarea de prevención no puede soslayarse en escuelas, colegios y universidades. La Cumbre Antidrogas debe tener una nueva visión porque basta mirar a México para comprender la infinita dimensión destructiva de la droga.
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