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domingo, 30 de mayo de 2010

González Iñárritu: “Biutiful” o un nuevo as bajo la manga

Por Jorge Zavaleta Balarezo
Publicado en
Argenpress, Suplemento Cultural:
http://cultural.argenpress.info/2010/05/cine-gonzalez-inarritu-biutiful-o-un.html

Pittsburgh, EEUU.-Javier Bardem, el actor español más “global” de estos tiempos, acaba de ser premiado en el Festival de Cannes por su papel en “Biutiful”, la nueva película del mexicano Alejandro González Iñárritu, autor de “Amores perros”, “21 gramos” y “Babel”.
Lo que no necesarhttp://cultural.argenpress.info/2010/05/cine-gonzalez-inarritu-biutiful-o-un.htmliamente asombra es el hecho de que esta nueva cinta de González Iñárritu sigue lo que parecería ser un proyecto muy meditado por largo tiempo en este cineasta que nos abrió las puertas a un imaginario de violencia y perdición, donde hombres y mujeres sacrifican o arriesgan sus vidas, en escenas que tienen mucho de melodramáticas como de un cine muy posmoderno.
Obviamente, no hemos visto aún “Biutiful”, pero sabemos que se trata de un descenso a los infiernos protagonizado por un hombre, ex drogadicto y perdido, casado con una prostituta bipolar, padre de dos hijos y vinculado a inmigrantes chinos ilegales a quienes ayuda a conseguir trabajo como en un intercambio igual de inseguro. Este antihéroe no necesariamente busca una redención y deambula por unas zonas sórdidas de Barcelona a la manera de un antiapóstol, alguien que se ha alejado del rebaño o que, dicho de otro modo, encontró una manera de extraviarse en la aventura de la vida.
Bardem es quien se pone en la piel de este personaje en un film que lleva aún más allá los límites que ya se habían roto en “Babel”. Ahora es cuando le encontramos más sentido a la secuencia programada de González Iñárritu. La abyección de la ciudad y su mugre nada insólita en “Amores perros” dio paso a una historia más filosófica en “21 gramos”, en la cual las alteraciones extremas del tiempo, gracias a un montaje matemáticamente controlado, daban una idea del vacío y lo fugaz de la existencia.
“Babel” amplió en todos los tonos posibles las arriesgadas apuestas de las dos primeras cintas. Su título ya anunciaba la confusión cultural en una época de globalización, saturada o manipulada por el neoliberalismo. Los temas de la migración, la falta de entendimiento entre Occidente y el resto del mundo, o la terrible soledad y ansiedad de una joven sordomuda en Tokio catapultaban una historia que llevaba a los extremos todos los fantasmas y demonios del autor que hasta entonces trabajó con el guionista Guillermo Arriaga.
Es con “Biutiful” que el proyecto “González Iñárritu” se esfuerza y se esmera en ir aún más bajo y en querer hacernos entender que el paraíso, es verdad, nunca va a estar aquí en la tierra. Un fresco ambicioso, que según unos críticos, encuentra en Javier Bardem, al personaje preciso para esta oscura aventura.
Llega el momento, entonces, de situar tal vez a González Iñárritu en la línea de esos herederos de algunos grandes cineastas de la soledad, el existencialismo y la angustia de vivir como Bergman y Antonioni, aunque él prefiera admitir una influencia más cercana en cineastas como Wong Kar Wai y John Cassavettes, como lo registra el crítico británico John Paul Smith en su libro sobre la primera película del cineasta mexicano.
“Biutiful”, huelga decirlo, encenderá pasiones y generará opiniones optimistas y de las otras hacia un director de por sí complejo, preocupado por los síntomas de una sociedad enferma, por las transgresiones, por las separaciones, por las marginaciones. Ahora es que se puede hablar de un “universo” en el autor que debutó a lo grande abriendo el siglo XXI y que se toma su tiempo para dedicarse a un nuevo proyecto. Cuatro películas en diez años hablan de un cineasta que trabaja con paciencia, que no rehúye la polémica y que critica desde las imágenes turbias de sus obras, aunque algunos sólo digan que su cine es oportunista y hasta “publicitario”.
Con el premio para Bardem en Cannes, el festival de cine más importante del mundo, “Biutiful” se asegura un circuito de distribución masivo, lógicamente más allá de la piratería, y establece aún más a Alejandro González Iñárritu -quien ha confesado que esta es la película con la que siente completamente satisfecho- como un referente obligatorio en esta nueva ola de cine latinoamericano, que gracias a jóvenes talentos y una entusiasta política de coproducciones, nos ha entregado más que un puñado de virtuosas obras firmadas y filmadas por Lucrecia Martel, Walter Salles, Claudia Llosa, Fernando Meirelles, Víctor Gaviria, Adrián Caetano y Pablo Trapero, entre muchos otros.

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