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domingo, 28 de marzo de 2010

TERREMOTOS Y LUCRO INCESANTE

 Jorge Zavaleta Alegre, Lima
jorgez@gmail.com
    Un sistema de renovación urbana proponen los arquitectos del Perú con el respaldo popular de sus principales municipalidades, empezando por la de Lima, de los gremios de ingenieros e investigadores sociales que postulan por una ciudad saludable y segura para todos y sin excepción.
        Los opositores, aunque parezca increíble, son los empresarios congregados en la cámara de la construcción y la de los legisladores, ligados a este rentable sector económico que “lidera” el crecimiento macroeconómico en estos cinco últimos años.
        Este panorama ratifica que los fenómenos naturales - lluvias torrenciales, maremotos, seísmos y otros - son comportamientos que se repiten antes y después de la existencia del hombre, y que solo la Planificación - previsión y prevención - es y será la fórmula mágica para evitar la muerte y la destrucción de quienes vivimos, sobre todo, en el denominado arco de terremotos y volcanes que se extiende desde Chile hasta Alaska, y desde Vanuatu a Tonga.



     El Congreso del Perú desde hace tres años ha venido convocando a los gremios profesionales, pero como convidados de piedra. La última vez fue para promover la revisión de la política de Defensa Civil. La iniciativa tiene que ver con la respuesta a la rápida y eficiente reacción de Chile frente al reciente sismo y el ineludible compromiso de reconstrucción que estará a cargo del empresario Sebastián Piñera, heredero ideológico del Pinochet.
     Los pueblos del sur chico de Lima, destruidos por el terremoto de agosto de 2007, y los desbordes, en este verano, de algunos ríos en el Cusco y la Amazonía, van dejando la amarga conclusión: el mayor peligro para una sociedad no son los fenómenos naturales sino la ineficiencia de sus gobernantes.
     En el Perú (también en Haití) los terremotos han dejado de ser los peores enemigos del desarrollo. Los modelos de acumulación individual o corporativa, y el oscuro uso de los fondos públicos han convertido la inversión del capital en un instrumento de lucro desmedido, alejado de cualquier responsabilidad social.



     Se dice que Democracia es el gobierno de las mayorías, sin exclusión de nadie. Sin embargo, en el parlamento peruano, en materia de construcción, sus decisiones son manejadas por un poderoso gremio empresarial, que después del terremoto de Ica, logró la promulgación de la Ley de edificaciones y construcciones (29090), que crea licencias automáticas, alienta la informalidad, elimina la participación técnica de los gremios, entre otras incongruencias jurídicas del “silencio positivo administrativo”, inclusive cuando se trata de proteger la vida.
     La máxima instancia de la Justicia, ha declarado improcedente el recurso de inconstitucionalidad, presentado, hace tres años, por los arquitectos e ingenieros, argumentando que no hay evidencias que dicha Ley haya generado los hechos que presumen o refieren los solicitantes reclamantes.



     La Cámara de Constructores, que no goza iniciativa legislativa, si tiene suficiente poder para rechazar los argumentos de una diversidad de instituciones autónomas. En las reuniones de las comisiones parlamentarias, las voces de los alcaldes y gremios sindicales y profesionales carecen de valor. En cambio, los dueños del capital y sus asesores, se permiten culpar a sus opositores - con arrogancia feudal - de “gente temerosa del progreso y la modernidad”.
    Siguiendo el orden democrático, la respuesta de los arquitectos e ingenieros para garantizar el desarrollo armónico de las ciudades es “crear un Sistema de Renovación Urbana”, empezando por Lima. “Una norma, una ley, se emite en función de la naturaleza de las cosas y no del interés personal”, precisa el decano de los arquitectos, Javier Sota Nadal.



     Hay grandes áreas urbanas (Centro Histórico de El Cercado de Lima, El Rímac, Chorrillos y parte de Barranco), que con el simple correr de los días cada inmueble, en su mayoría hacinado de moradores, se van deteriorando y cayendo.
     Los países sudamericanos han expresado su satisfacción por haber adoptado recientemente el sistema japonés-brasileño de televisión digital terrestre, cuya mayor ventaja, es la capacidad de procesar datos para prever o mitigar desastres naturales, que no lo tienen los otros sistemas existentes en el mercado como la tecnología europea, norteamericana o china.
   
     En este contexto, adquiere especial importancia el trabajo del arquitecto Guillermo Benvenuto, titulado “Terremoto: previsión y prevención”. En principio considera que “toda actividad humana para que resulte exitosa, amerita que se planifique, y requiere un planeamiento”.  Actualiza el debate sobre el término Planificación, que desde mediados de la década de los sesenta, fue mundialmente satanizado, porque fue definido y asociado como un proceso exclusivo de los países a los regímenes comunistas o estatistas.
    Sin embargo, a finales del siglo pasado, después de más de treinta años perdidos, los países y los organismos internacionales se dan cuenta del error y vuelven a plantear la necesidad de planificar el desarrollo dentro de los parámetros del liberalismo económico, que ahora predomina en el planeta.
     Se trata entonces de relacionar la Planificación urbana no solo a la creación y diseño de nuevos asentamientos humanos (caseríos, pueblos, ciudades) sino en los procesos de planeamiento en cada ciudad para contribuir al crecimiento ordenado y seguro; prever y prevenir las situaciones de riesgos y buscar soluciones. Es decir se trata de un Plan de Desarrollo Urbano, integral, participativo.
     Ya tenemos algunos avances. A raíz del Fenómeno del Niño (1998/99) en la costa norte del país se han realizado estudios del suelo de algunas ciudades existentes, sus características y resistencia, cuya información, unida a las características geográficas y topográficas del lugar, han permitido elaborar los “Mapas de Riesgo”, que deben definir los usos permitidos, sin exponer a mayores riesgos a la población.
    
    La arqueología no deja de sorprendernos con el descubrimiento de asentamientos humanos. Caral, con más de 5,000 años de antigüedad, Chan Chan, la ciudad Mochica- Chimú más grande construida con adobe, junto a la ciudadela de Machu Picchu son algunos ejemplos de asentamientos destruidos, en parte, por acciones del Imperio Inca o el Imperio Colonizador Español, o por eventos naturales. También se comprueba que sobre esos restos se han levantado nuevas edificaciones que generalmente son parte de los centros históricos de las capitales de Provincias.



                                 PREVENCIÓN Y MITIGACIÓN.
     Pueden atenuar los posibles impactos y afectaciones. Para ello se requiere de un Plan de Mitigación con disposiciones y soluciones. Dentro de las medidas de prevención, hay algunas de muy fácil y rápida instrumentación, empezando desde la señalización de las zonas y áreas públicas seguras hacia las que hay que dirigirse, hasta arborizar los taludes naturales para consolidar el espacio y evitar su deslizamiento.
     Otras acciones de prevención serán de más difícil ejecución, y deben ser parte del Plan de mitigación: Revisión de las cuencas de los ríos que tienen relación con los asentamientos; conocer posibles represamientos, limpieza y descolmatación, defensas ribereñas hasta ´provisión de grupo electrógeno en los centros de salud, para casos de emergencia.
     La mejor medida de prevención, será alcanzar el punto de quiebre entre la informalidad, la ilegalidad, la improvisación y el desdén por las consideraciones técnicas por parte de la población y de algunas autoridades responsables del control urbano y de las edificaciones. El respeto a las normas y el comportamiento responsable, ético y técnico es la clave para desarrollar estos procesos urbanísticos y edificatorios.
    Todo esfuerzo y disposición de recursos humanos, materiales y económicos que se dedique a la prevención y mitigación de los desastres debe ser considerado como una inversión del Estado y la Sociedad, inversión muy rentable en contraposición a los gastos en que se incurriría para atender calamidades sin acciones de previsión ni prevención.
    El trabajo de Benvenuto Raffo también incluye el Plan de contingencias, desde instalación y puesta en funcionamiento inmediato de los puestos y estaciones de control, pasando por la búsqueda y rescate de sobrevivientes, traslado de heridos a los centros de salud, identificación y sepultura de víctimas mortales hasta la organización de la recepción y distribución de la ayuda que comenzará a llegar.
    No olvida tareas fundamentales como: provisión de agua y de alimentos no perecibles, o solicitarlos de inmediato. Organización del Control y Seguridad Ciudadana. Empadronamiento de damnificados con evaluación técnica de las afectaciones. Remoción y eliminación de escombros. Reinicio paulatino de las actividades de la urbe. Planeamiento de la Reconstrucción.
    Solo con una planificación detallada, con un plan de contingencia integral, serio y completo, se podrá aplicar exitosamente en el momento oportuno. No hay manera de poder salvar vidas y contribuir a disminuir las situaciones y sentimientos de horror y trance de las personas afectadas.
Todo esto tendrá su mejor simiente en la educación cívica desde los jardines de infancia y la práctica cotidiana de defensa civil en las universidades, aprovechando que en este siglo hay sistemas inmediatos de alertas y comunicación eficiente.

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