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miércoles, 15 de febrero de 2023

LOS TERREMOTOS ANALIZADOS DESDE MEXICO PARA TURQUIA. SIRIA Y PERU: The Nueva York Times


 


https://www.nytimes.com/es/2023/02/09/espanol/opinion/terremoto-turquia-siria.html#commentsContainer

https://www.nytimes.com/es/2023/02/09/espanol/opinion/terremoto-turquia-siria.html

BRET STEPHENS. Lecciones del terremoto de 1985 en México para Turquía y Siria.

Jorge E. Zavaleta Alegre  9 de Febrero 2023

Estados Unidos MDHace 3 h

Jorge Zavaleta alegre. Los terremotos de Nepal, Haití y Ancash (Perú), son algunos referentes de la relación violenta entre naturaleza y humanidad. Y también de modelos de los arquitectura que desafían los más grandes azotes en el planeta tierra. Las viviendas construidas en tiempos remotos siguen intactas. Tampoco se ha afectado el sistema de regadío, escribieron el sismólogo Julio Kuroiwa y estudiantes de la Universidad, en una obra premiada por la ONU. También sobresale la casa modelo contra sismos: Cimiento de piedras, paredes de ladrillos unidos con cemento y cal, columnas con varillas de fierro, techos con rieles del tren Huallanca – Chimbote, lamentablemente desactivado La casa modelica sigue de pie, con un tejido de cañerías de plomo. Es un modelo de vivienda diseñado en los primeros años de los sesenta en Caraz (Huaylas-Ancash-Perú), al pie del nevado Huandoy, la cual albergo a decenas de personas y fue sede de la autoridad nacional dela Reconstrucción de la Región. El autor de este diseño fue el matemático, escritor y poeta Isaías Zavaleta Figueroa (Caraz, 16 de Febrero 1917-2015), (papeldearbol)

Arianne Cuárez commented February 10 Venezuela

10 de febrero

Hermoso este texto. Gracias por compartir tu historia.

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Sandra S. commented February 10

Canada10 de febrero

Para mi generación y la de mis padres es inevitable volver a vivir la experiencia de los terremotos en México con cada tragedia similar en otras partes del mundo. Mi corazón esta con todos los afectados.

 

El terremoto del lunes devastó la ciudad de Nurdagi en el sur de Turquía. Foto Credit...Khalil Hamra/Associated Press

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Bret Stephens Columnista de Opinión.

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Cada vida tiene una serie de fechas indelebles: el nacimiento de un hijo, la muerte de un padre, una tragedia nacional como la del 11 de septiembre.

Una fecha imposible de olvidar en mi caso es el 19 de septiembre de 1985.

Entonces era un niño de 11 años que vivía en Ciudad de México, y unos minutos después de las 7:00 a. m. iba de camino a la escuela. De pronto, la calle empezó a sacudirse; el auto se balanceaba de un lado al otro de la calle. Se sentía como si estuviéramos volando. Esto duró casi tres minutos.

En la escuela circulaba el rumor de que el centro de la ciudad había quedado destruido. A mi padre le gustaba llegar a su oficina en esa parte de la capital a eso de las 7. Pasé toda la mañana en pánico.

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 Ese sismo tuvo una magnitud 8,0. Se estima que al menos 5000 personas murieron, aunque es probable que el número real haya sido mucho mayor. Una réplica aterradora al día siguiente tuvo una magnitud 7,5. Para tener una comparación de la escala, el terremoto de Los Ángeles de 1994 fue de 6,7 y duró menos de 20 segundos.

El terremoto que golpeó a Turquía y Siria el lunes fue de 7,8 y no paró durante unos dos minutos.

Las escenas que llegan de Idlib, Alepo, Hatay, Alejandreta y otras ciudades devastadas son atroces. Y son especialmente estremecedoras para quienes cargan con sus propios recuerdos de algún gran sismo.

Veinte años después del terremoto de Ciudad de México, fui a Pakistán para cubrir los esfuerzos estadounidenses de envío de ayuda tras el terremoto de Cachemira de 2005, en el que murieron unas 86.000 personas.

En mi primera noche en Islamabad, un sismo pequeño que duró apenas unos segundos me despertó de súbito en medio de la noche, así que me metí debajo de la cama. Mientras yacía ahí, angustiado, me asaltaron los recuerdos de México.

A la mañana siguiente, me llevaron en un helicóptero paquistaní a lo que alguna vez fue una localidad pequeña llamada Balakot, en la Provincia de la Frontera Noroccidental. De su población de 50.000 habitantes, había perdido 16.000 en un terremoto que duró menos de un minuto. Parecían imágenes de la Hiroshima posatómica: solo unos pocos edificios permanecían en pie entre los escombros.

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Se suele decir que los terremotos son desastres “naturales”. Es, sin embargo, un término engañoso. El verdadero desastre casi siempre es provocado por el ser humano, que a menudo se traduce en casas y edificios mal construidos sin las varillas de refuerzo y otros soportes estructurales necesarios, seguido de una gestión de crisis incompetente tras la catástrofe.

En Pakistán, las edificaciones de mala calidad son, principalmente, consecuencia de la pobreza. En México, un país más rico que en teoría tenía códigos estrictos de construcción que se crearon después de las secuelas de terremotos anteriores, la razón era, con frecuencia, la corrupción del gobierno.

Después del terremoto, resultó imposible ignorar que tantos edificios de oficinas privadas y casas residenciales permanecieron ilesos mientras que hospitales, sedes de secretarías y escuelas construidos y operados por el gobierno quedaron en ruinas. El terremoto en México expuso la podredumbre, estructural y moral, en el corazón del régimen priista, cuasidictatorial y orientado al desarrollo.

Tampoco ayudó que el gobierno mexicano rechazara la ayuda extranjera en las críticas primeras horas después del desastre. El nacionalismo y el falso orgullo no tienen cabida en una catástrofe. La incompetencia del gobierno indignó a muchos mexicanos que antes del sismo se resignaban a mantenerse al margen de la política. Esa indignación derivó en la creación de movimientos de protesta civil y campañas que reclamaban una mejor gobernabilidad. No es sencillo precisar el origen de la transición de México a una verdadera democracia, pero el 19 de septiembre de 1985 bien podría ser la fecha. De las circunstancias más trágicas pueden surgir situaciones positivas.

Tal vez ese sea también el caso de Turquía, sobre todo si el presidente Recep Tayyip Erdogan responde a la emergencia con su torpeza y paranoia habituales. Está en la antesala de unas elecciones cruciales programadas para la primavera y su país ya enfrentaba una tasa de inflación de casi el 60 por ciento. No sorprendería que use el estado de emergencia que declaró y que se prolongará tres meses para intimidar y pavimentar el camino a otro mandato presidencial. Si la respuesta del gobierno turco no es eficiente ni efectiva y si Erdogan da la impresión de estar desconectado, el terremoto también podría llevar a su colapso.

Tengo aún menos esperanzas para Siria, en donde no hay límites para la crueldad que Bashar al-Assad está dispuesto a infligir para mantenerse en el poder. El embajador de Siria ante las Naciones Unidas dijo que toda la ayuda debe canalizarse a través del gobierno, lo que debería ser inadmisible debido a la reputación de Al-Assad respecto a la corrupción. Se necesitarán otras vías para ayudar a los sirios desolados.

Un último recuerdo sísmico: en Balakot tuve la oportunidad de escuchar a algunos de los niños que sobrevivieron al terremoto pero perdieron a sus familias. Era difícil contener las lágrimas ante su serenidad. Ahora pienso en los niños que esta semana perdieron a sus padres o, de manera igualmente desgarradora, en los padres que perdieron a sus hijos.

Incluso en la era de la guerra en Ucrania y otras catástrofes, ¿podemos tener una vocación sostenida de caridad y compasión para ayudar, de manera inteligente, en el largo periodo de recuperación que se avecina?

Alrededor del mediodía de ese día de septiembre de 1985, mi madre fue a mi escuela y me llevó a casa al abrazo de mi padre. Hasta el día de hoy pienso en la suerte que tuvimos y sufro por tantas personas que no la tuvieron.

Bret Stephens ha sido columnista de Opinión en el Times desde abril de 2017. Ganó un Premio Pulitzer por sus comentarios en The Wall Street Journal en 2013 y anteriormente fue editor jefe de The Jerusalem Post. Facebook

https://www.nytimes.com/es/2023/02/09/espanol/opinion/terremoto-turquia-siria.htmlTerremoto en Turquía y Siria: el día a día tras el sismo

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Jorge E. Zavaleta Alegre

Estados Unidos MDHace 3 h

Jorge Zavaleta alegre. Los terremotos de Nepal, Haití y Ancash (Perú), son algunos referentes de la relación violenta entre naturaleza y humanidad. Y también de modelos de los arquitectura que desafían los más grandes azotes en el planeta tierra. Las viviendas construidas en tiempos remotos siguen intactas. Tampoco se ha afectado el sistema de regadío, escribieron el sismólogo Julio Kuroiwa y estudiantes de la Universidad, en una obra premiada por la ONU. También sobresale la casa modelo contra sismos: Cimiento de piedras, paredes de ladrillos unidos con cemento y cal, columnas con varillas de fierro, techos con rieles del tren Huallanca – Chimbote, lamentablemente desactivado La casa modelica sigue de pie, con un tejido de cañerías de plomo. Es un modelo de vivienda diseñado en los primeros años de los sesenta en Caraz (Huaylas-Ancash-Perú), al pie del nevado Huandoy, la cual albergo a decenas de personas y fue sede de la autoridad nacional dela Reconstrucción de la Región. El autor de este diseño fue el matemático, escritor y poeta Isaías Zavaleta Figueroa (Caraz, 16 de Febrero 1917-2015), (papeldearbol)

Arianne Cuárez commented February 10 Arianne Cuárez.Venezuela10 de febreroHermoso este texto. Gracias por compartir tu historia.. Reply

Sandra S. commented February 10 Sandra S.
Para mi generación y la de mis padres es inevitable volver a vivir la experiencia de los terremotos en México con cada tragedia similar en otras partes del mundo. Mi corazón esta con todos los afectados.

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papeldearbol Creado en 2006 por July Balarezo Historiadora integrante del Taller Mestres de Miraflores-Madrid. Jorge Zavaleta Balarezo desde Univversidad de Pittsburgh PA.

Desde 2017 se edita en EEUU MARYLAND  Julia Zavaleta Camerieri Psicologa y Maestria en Mount Sn Mary University of Emmitscburg.

Asociado a Panoramical de Milan Bruselas

El Mercurio  Digital de Euro[a

Fuentes de Consulta

DPA Alemania

The New Yorg Times