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sábado, 3 de abril de 2021
Corona Virus moviliza al planeta. Caminos sin destino.
SUPREMACISMO MASCULINO. Escribe Francisco Carranza Romero.
Hyesun Ko y Francisco Carranza, profesores en la Universidad de Corea, una familia que lleva el quechua por el mundo.
Francisco Carranza Romero*
Los seres de nuestra biósfera presentan distinciones del género: hembra y macho.
Es la diferenciación natural. Y esta diferenciación se expresa en la morfología
de algunas lenguas. Sin embargo, la idea de que el masculino es mejor que el
femenino es extralingüística; y lo peor, está internalizada en el ser humano quien
la demuestra en sus expresiones y actitudes como algo muy normal.
Género en el idioma castellano
Cuando los hablantes de idiomas que carecen del elemento distinguidor del
género (como el quechua y el coreano) aprenden el castellano, se sorprenden en
los primeros contactos, porque el nombre, pronombre, adjetivo y artículo tienen
marcas distintivas del género.
Sin embargo, esto no significa que los hablantes del quechua y el coreano
no tengan la idea de la distinción del género. En quechua hay distinción del género
por heteronimia: mama (madre), yaya (padre); ñaña (hermana), turi (hermano) cuando
habla la mujer y su relación con ella; pani (hermana), wawqi (hermano) cuando
habla el varón y su relación con él. También hay la diferencia metalingüística
del género: la montaña, el sol, el trueno y el aire son del género masculino; la
zona baja (tierra), el agua y la sal son del género femenino. Lo mismo ocurre
con los colores y olores masculinos y femeninos.
El niño que habla quechua, trasladado por la necesidad de continuar la
educación escolarizada al pueblo donde se usa el castellano en la comunicación
en la escuela y fuera de ella, pasa varios meses de sufrimiento repitiendo y
memorizando el léxico castellano hasta lograr la interpretación de los mensajes.
En este proceso va asimilando las normas gramaticales y ortográficas.
Ahora, una anécdota personal: Una vez, ya con cierto avance en la segunda
lengua, cuando el profesor del aula explicaba sobre la concordancia obligatoria
del adjetivo con el sustantivo, cargándome de mucho valor me atreví a preguntar:
Señor, ¿por qué Río Santa y no Río Santo? Es que en esos días estaba de moda el
huayno “Río Santa, Río Santa caudaloso” que las radios y radiolas difundían en
Carás. Mi pregunta se refería al nombre del río que recorre el Callejón de
Huaylas y desemboca en el Pacífico en la provincia de Santa. El docente, sorprendido,
guardó un silencio solemne; luego, contestó: ¡Primero, aprende bien para
aprobar!; luego, pregunta. Al notar el silencio y susto de los alumnos, sonrió
irónico y hasta rio provocando la risa de mis compañeros que me clavaron sus miradas.
Yo, primero avergonzado, también me contagié del ambiente que terminé riendo. ¿El
señor no sabría cómo responder? O, ¿no estaba de buen ánimo? Después de muchos años,
pasando tantas veces por el pueblo de Santa porque estudiaba en la Universidad
Nacional de Trujillo, y por las lecturas sobre Áncash supe que el río que,
rompiendo la Cordillera Negra, desemboca en el Océano Pacífico tuvo muchos
nombres: Jatunmayo (hatun mayu: río grande), Huaylasmayo, Río del Santa
hasta llegar a Río Santa. Así pasa con Plaza de Colón > Plaza Colón; Puente
de Piedra > Puente Piedra, etc. Realmente, no era un problema de la discordancia
de género; sino una elisión interna en una frase.
En la Secundaria, gracias al estudio de la lengua latina, comprendí las
curiosidades de mi niñez sobre el castellano: En latín hay tres géneros (masculino,
femenino y neutro) que se manifiestan en el nombre, pronombre y adjetivo. El romance
castellano tiene dos géneros porque desaparece el género neutro del latín. No
todos los nombres que terminan en la vocal -a (como los sustantivos de la primera
declinación latina) son del género femenino, también hay masculinos como:
auriga, nauta, poeta, panorama, problema, profeta, programa, teorema, etc. Algunas
palabras son griegas, ¿verdad? Así fui comprendiendo la diacronía castellana. Y,
recién en la segunda mitad del siglo XX se aceptó como correcto el uso del
léxico “poeta” como masculino y femenino porque el sufijo -isa es despectivo.
Uso y abuso del género masculino
Como el castellano carece del género neutro, el léxico latino neutro pasa
al idioma castellano como masculino: auditorium > auditorio; curriculum
> currículo; medium > medio; simposium > simposio. En
algunos casos se permite el uso del masculino y femenino como en el caso de mare
(léxico latino neutro) > la mar, el mar. Sin embargo, hay la preferencia por
el masculino.
Para buscar cualquier adjetivo en el diccionario castellano, hay que
hacerlo por el masculino. Como en el relato bíblico de la antropogénesis: Adán
fue primero, después Eva.
El nombre en masculino incluye a ambos géneros: “padres de familia” (se
refiere a padre y madre), niños (niño y niña). Cuando se menciona a ambos
géneros, el adjetivo o pronombre referente a los dos está en masculino plural. “Las
damas y caballeros están invitados a la fiesta. Ellos deben llegar puntuales”.
Hay palabras y frases que expresan el machismo. A continuación, cito
algunas que son de mayor uso:
“Padre”. “Huevo”. Expresan el mensaje positivo de mucho halago. “Padre,
padrísimo”: léxicos usados en México como calificativos: bueno, muy bueno. El
modelo de algo está relacionado con la palabra aumentativa “patrón” referentes
al santo protector, al amo y jefe; pero también se usa como modelo o base para
la evaluación: patrón cultural, patrón moral, patrón monetario.
“Vale un huevo”. Expresa que algo vale mucho. Sin embargo, las expresiones “huevón,
boludo, cojudo, cojudez, carajo”, palabras referentes al sexo masculino, son
insultos y no elogios al varón. El receptor e intérprete recibe el mensaje como
ofensivo y provocativo. Hasta un clérigo peruano de alto rango, al referirse a una
institución internacional de defensa de los derechos humanos, dijo con
menosprecio: “Esa cojudez”.
“Ser macho”.
Significa: no tener miedo, actuar sin miedo, aunque se caiga en la temeridad,
brutalidad y descortesía. “Ser macho” no es sinónimo de “ser valiente” porque
la valentía consiste en medir el riego antes de actuar.
“Joder” y sus variantes “jodido”, jodidez” se refieren al acto sexual, aunque también a fastidiar, fastidio.
Menosprecio del género
femenino
Madre. Aun
sabiendo que todos hemos nacido de una madre después de meses de gestación no
la valoramos como ella se merece; por eso, muchas expresiones la denigran.
“Eres una madre”. Referido a un varón es un insulto porque significa: Eres
muy suave e indeciso para situaciones de apremio. Eres un inútil. Eres un
cobarde.
“Concha de tu madre”. “Concha de su madre”. Expresiones muy ofensivas porque hacen alusiones al sexo
de la madre comparándolo con el molusco. Estas expresiones de violencia, por
ser emitidas con enojo, rapidez y con mucha frecuencia sufren variaciones:
Concha de su madre > concha su madre > chasumadre > chasuma > chasu
> asu.
A su madre > asumare > asu.
En Perú, varones y mujeres dicen con frecuencia ¡Asu! (Exclamación
de sorpresa enfatizando el acento de tensión en la vocal a) sin pensar que es
la simplificación de la coprolalia ofensiva a la mujer.
Muy pocos saben sobre su origen. Es que el usuario común de una lengua no
se complica la vida con las reflexiones y explicaciones lingüísticas.
La palabra “concha”
también se disfraza en “cónchale”, muy común en los mexicanos.
“Hijo de puta”, expresión ofensiva a la mujer, también tiene su variación y
simplificación: 1. Hijo de puta > “híjole” > “híjoe”. 2. Puta >
“pucha”. En Perú es común escuchar “¡pucha!” como interjección de
sorpresa y esfuerzo.
Sin embargo, en las Islas Canarias se usa la expresión “Está de puta
madre” para expresar que algo está muy bien. El que no es canario, en las
primeras experiencias auditivas, piensa que algo, para que sea bueno, debe ser
“de puta madre”.
Y, como la lengua más se aprende repitiendo sin preguntar el porqué, hasta
las mujeres carajean, cojudean, huevonean y mentan a la madre sin ningún
problema ni rubor.
Aunque se den leyes del trato equitativo para las mujeres y los varones, si
no cambiamos nuestra manera de pensar y nuestra actitud no habrá la valoración
de la mujer (género femenino). Seguiremos lamentándonos de los datos
estadísticos del maltrato de las mujeres y del feminicidio. Los cambios deben reflejarse
también en la lengua, herramienta diaria de nuestra comunicación. Y no seguir
repitiendo la coprolalia machista como una muletilla.
El 4 de marzo de 1978 contrajo matrimonio con la surcoreana Hyesun Ko (compañera de clase en ICC). El padrino fue el pintor Armando Villegas López, Agregado Cultural ad honorem del Perú en Colombia. Villegas y Carranza sorprendían a los colombianos hablando en quechua ancashino. El doctorado en Filología lo hizo en la Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid, siendo su asesor de tesis ("Resultados lingüísticos del contacto quechua y español") el filólogo Antonio Quilis Morales.
Julia Zavaleta Camerieri, Psicóloga y Administración de Empresas. Mont Sant Mary Emmitsburg. MD.
papeldearbol@gmail.com