Jorge Zavaleta Alegre
LA
ECONOMIA INFORMAL ESTA CAMBIANDO EL PRESENTE Y FUTURO DEL
PLANETA
Jorge
Zavaleta Alegre
La economía
informal ha invadido el mundo. Desde los niños que trabajan en
lavaderos de oro, los vendedores ambulantes en las grandes avenidas,
hasta los que juegan en las bolsas de valores, conviven dentro de la
legalidad. Gobiernos, congresos e instituciones oficiales de
larga data que emitieron millones de normas, hoy son
desconocidas inclusive por quienes las elaboraron. La
institucionalidad va perdiendo su razón de ser. Y los encargados de
promover el orden legal también son parte activa, responsable de esta crisis,
de esta informalidad sin retorno.
Solo la siguiente referencia nos puede llevar
la complejidad de la crisis que atraviesa la estructura económica y social del
planeta: CooperAcción, a solicitud de CARITAS-Madre de Dios, con el financiamiento
de Conservación Internacional elaboro un diagnóstico integral de la
minería artesanal en la región sur amazónica. En las publicaciones de
puede conocer los problemas ambientales, sociales, económicos, legales,
laborales, incluyendo propuestas de estrategias que permitan sustentar la
toma de decisiones políticas y la formulación de programas y proyectos
orientados a la transformación de la minería artesanal en una actividad
responsable en la región.
La minería de oro aluvial requiere el lavado
de los sedimentos superficiales con agua utilizando bombas potentes y
extrayendo escamas de oro de los sedimentos más finos mediante la amalgamación
con mercurio. La actividad causa daños irreversibles a los ecosistemas al
promover la deforestación, la erosión y la contaminación del aire y el agua con
mercurio y otras toxinas como los hidrocarburos. Los grandes campamentos
mineros también causan un aumento local de la caza y la desaparición de
especies de animales en los bosques
circundantes.
El mercurio liberado en las zonas mineras es
un veneno peligroso que se acumula en la cadena alimenticia, particularmente en
los peces consumidos por la población local. La mayoría de las especies de
peces en Madre de Dios tienen niveles de mercurio en sus tejidos que están por
encima de las recomendaciones de la OMS y la EPA.
La minería de oro artesanal legal e ilegal se
realiza a menudo en condiciones de salud y seguridad extremadamente deficientes
y está vinculada al crimen organizado.
El conjunto de actividades que integran la
economía informal es enorme y constituye un ejemplo único de la forma en que
las fuerzas sociales afectan la organización de las transacciones
económicas. El fenómeno de la economía informal es a la vez engañosamente
sencillo y extraordinariamente complejo, trivial en sus manifestaciones
cotidianas y capaces de subvertir el orden económico y político de las
naciones.
Muchos querrían desechar estas relaciones
aparentemente triviales, por considerar que no merecen ser objeto de estudio,
hasta que se dan cuenta de que, en su conjunto, representan miles de millones
de dólares de ingresos no declarados y que el humilde vendedor o la sencilla
empleada doméstica son el último eslabón de complejas cadenas de
subcontratación y de contratación y transporte de mano de obra.
Por lo general, las personas no se dan cuenta
de que la vestimenta que utilizan, las comidas en un restaurante, e incluso la
computadora portátil que emplean, pueden tener alguna relación con la economía
informal.
Después
del África Subsahariana, América Latina y el Caribe es la región más desigual
del mundo, y la desigualdad del ingreso está empeorando como resultado de la
pandemia de la COVID-19. Debido a los efectos a largo plazo que se prevé
tendrá esta pandemia, es probable que la desigualdad siga empeorando durante
muchos años si no se adoptan las políticas adecuadas.
Esto
sería una tragedia para una región donde, entre 2000 y 2018, como resultado del
auge en los precios de las materias primas, la pobreza disminuyó
sustancialmente y la clase media creció del 23% al 38% de la población.
Marcaría un fuerte retroceso en países donde muchos creían que sus vidas
estaban mejorando pero donde nueve de cada diez personas todavía opinan que la
distribución del ingreso es injusta.
La
pandemia de la COVID-19 se ha cobrado más de 260.000 vidas y ha sumido a la
región en una profunda recesión. Actualmente, el agravamiento de la desigualdad
como resultado de la pandemia representa una amenaza para la estructura de las
sociedades de la región, para las perspectivas de los pobres y la clase media y
para las posibilidades educativas y profesionales de decenas de millones de
jóvenes.
El
informe del BID “La crisis de la desigualdad” analiza la
desigualdad de la región desde diferentes ángulos y las reformas necesarias
para que disminuya, según explica un extenso estudio de Matías Busso y Julián Messina, economistas con
gran experiencia en la investigación y la docencia en universidades de gran
prestigio.
Ambos
ponen el acento en la necesidad de que los gobiernos gasten mejor, mejorando la
focalización de los programas sociales para ayudar a los que más lo necesitan.
Deben embarcarse en reformas del mercado laboral para ampliar las redes de
seguridad a todos los trabajadores. Y tienen que proteger a los jóvenes,
implementando políticas que impidan la deserción escolar durante e
inmediatamente después de que la pandemia se atenúe. Las medidas a medias no servirán.
La región necesita un contrato social nuevo y más incluyente.
Actualmente
en América Latina y el Caribe, el 10% más rico de la población gana 22 veces
más que el 10% más pobre y el 1% más rico posee más del 20% del ingreso
nacional, es decir, el doble del promedio en el mundo industrializado. Las
mujeres ganan considerablemente menos que los hombres y los afrodescendientes y
población de origen indígena ganan mucho menos que el resto de la
población.
Además,
los impactos de la desigualdad comienzan temprano en el ciclo de vida de los
latinoamericanos y caribeños. La educación privada y otras oportunidades de las
que disfrutan los ricos generan una gran brecha de habilidades, de modo que los
niños de la quinta parte más rica de la población a los 15 años tienen el
equivalente en habilidades de dos años más de educación que la quinta parte más
pobre.
Esto
les brinda posibilidades mucho mayores de tener un empleo de calidad en el
mercado laboral formal, y perpetúa la desigualdad y la pobreza a lo largo de
las generaciones.
Una
encuesta reciente del BID y la Cornell University muestra que una
persona en un hogar pobre tiene tres veces más probabilidades de haber perdido
su empleo como resultado de la pandemia que una persona en un hogar de ingresos
altos. Puesto que la mayoría trabaja en el sector informal, los trabajadores de
baja cualificación también suelen carecer de un seguro de salud y desempleo que
mitigaría el golpe de una pérdida del empleo.
Los
niños de antecedentes socioeconómicos más bajos sufren las pérdidas de
aprendizaje más grandes. Durante las últimas dos décadas la cobertura de
salud y educación entre los pobres se amplió mediante transferencias monetarias
condicionadas. Y la pobreza entre las personas de edad avanzada se redujo
mediante la ampliación de las pensiones no contributivas.
Sin
embargo, el tejido social de la región sigue fracturado. Dado que las clases
medias y altas renuncian a los servicios públicos, se observa una fuerte
segmentación de clase. La OCDE, para citar un ejemplo, un alumno del 20%
superior de la distribución del ingreso tiene 2,8 veces más probabilidades de
interactuar en la escuela con un alumno del mismo nivel de ingreso que un
alumno del 20% inferior de interactuar con alumnos del nivel superior.
América
Latina y el Caribe tienen un registro notablemente malo cuando se trata de corregir
la desigualdad mediante los impuestos y el gasto público. El sistema tributario
está sesgado a favor de los impuestos indirectos, como los impuestos al valor
agregado, y es regresivo debido a la evasión tributaria.
El sistema de pensiones cubre a numerosas personas que contribuyen a sistemas de reparto pero que entran y salen del empleo formal durante sus vidas y no son elegibles cuando llegan a la edad de jubilación para una pensión. Y la región gasta la mitad en políticas sociales en relación con su PIB con respecto a los países de la OCDE. Por consiguiente, estos países son casi ocho veces más eficientes que los países de la región en lo que se refiere a la reducción de la desigualdad a través de la política fiscal.
Es necesario abordar estos problemas, como es necesario abordar la situación de casi uno de cada dos trabajadores que trabajan en el sector informal y que en su gran mayoría carecen de seguro de salud y desempleo. Es necesario crear redes de seguridad que protejan a todos los trabajadores, independientemente del tipo de empleo que tengan.
Nada
de esto será fácil superar. El espacio fiscal es extremadamente reducido. Los
gobiernos tendrán que priorizar programas y reformase requerirán reformas en
profundidad en el mercado de productos y el mercado laboral para generar un
contexto de negocios más dinámico.
Pero
es urgente pasar a la acción. Las pandemias son pruebas de estrés que revelan
debilidades de las sociedades y sus economías. La pandemia ha puesto de relieve
la tremenda desigualdad de la región y ha contribuido a un empeoramiento del problema.
Las
reformas deben abordar estos aspectos. La región debe trabajar para forjar
sociedades cohesionadas donde las oportunidades para progresar y para una vida
mejor estén al alcance de todos los ciudadanos y para que todos se sientan
parte de un proyecto común digno de su esfuerzo. Sin duda si estos sólidos
argumentos siguen siendo postergados, la informalidad seguirá destruyendo la
creciente debilidad de las estructuras sociales y económicas.
papeldearbol. Creado en 1992 en Lima por July Balarezo, historiadora y miembro del Taller de Pintura Mestres (Miraflores-Barcelona) y Jorge Zavaleta Balarezo, PhD egresado de la Universidad de Pittsburgh, Pensylvania.
Desde 2017 se edita en Emmitsburg, MD.
Editores y administracion: Julia Z. Camerieri y Jorge Zavaleta Alegre
Asociados con Diario 16. El Mercurio Digital de Madrid. TIME de NY. Panoramica de Italia y Tandil News Buenos Aires.
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