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domingo, 26 de julio de 2020

INTERROGACIONES EN TIEMPOS DE PESTE




Francisco carranza Romero
Peruano, quechuólogo, profesor de La Universidad de Corea del Sur-.

Estos días estamos viviendo con muchos cuidados de salud (cuarentena, distanciamiento, uso de mascarilla y desinfectantes, restricciones de salida para los longevos y niños, etc.) por la amenaza de Covid-19 que ocasiona cambios en la vida: pánico, rebeldía, desconfianza de otros y de sí mismo, clases virtuales, imposibilidad de consultar libros, uso de ciertas palabras con variaciones semánticas según las situaciones, búsqueda de salud en la comida, etc.

¿Significados inversos de positivo y negativo?

Positivo. Antes usábamos esta palabra con su significado que nos alegraba: beneficioso, optimista, verdadero, efectivo, afectivo, afirmativo, aceptable… Pero ahora, cuando leemos o escuchamos de positivo en el análisis de Covid-19 nos ponemos serios, preocupados, con temor y hasta con tristeza porque se trata de una desgracia, mala suerte.

Negativo. Antes su significado original nos ponía en alerta y nos entristecía porque anunciaba algo malo, triste, pesimista, inefectivo, repulsivo, inaceptable… Sin embargo, ahora, el resultado negativo del análisis de Covid-19 hace sonreír y tranquilizar a la persona analizada y a los que la rodean.

 Si en la calle escuchamos que tal fulano es positivo, nuestra reacción inmediata -por vivir los tiempos de la peste- es alejarnos o evitar el contacto con ese fulano sin pensar en el significado positivo de la palabra. 

Y, si se dice que tal fulano es negativo, dejamos de preocuparnos del contacto con el fulano. Así, no siempre el adjetivo positivo causa alegría; ni el adjetivo negativo causa tristeza. Qué relativa es la lengua.

¿Clase virtual sin libros digitalizados?

Ante el temor de los contagios se evitan las reuniones; por tanto, las clases que antes se hacían en las aulas, laboratorios o campos; ahora se hacen a través de las máquinas con la figura del docente en una pantalla. Sin embargo, no todas las actividades de enseñanza y aprendizaje son posibles como la práctica en el laboratorio y la investigación en los libros porque no todos los libros almacenados en las bibliotecas están digitalizados ni en los países ricos. Bajo esta realidad, la clase virtual es sólo un cumplimiento: justificar los salarios de los docentes; dar el servicio a los alumnos por los pagos realizados (caso de los centros educativos privados). 

Así la peste nos hace volver a los tiempos antiguos en que el alumno repetía lo que el maestro decía. Era el método del magister dixit. Sólo los muy inteligentes y rebeldes se atrevieron a cuestionar a lo que se decía en la clase.

Por la peste ahora sabemos que las bibliotecas tienen que digitalizar los libros para que los interesados puedan consultarlos sin necesidad de ir al local. Ahora hay que pensar en los libros electrónicos que no pesan, no ocupan mucho espacio, no envejecen ni se apolillan. La ganancia de la editorial y la biblioteca estará en cobrar por el acceso y descarga del libro. Ante esta necesidad urgente aparecerán, como en alta mar, los piratas que digitalizarán las publicaciones sin la autorización de los autores, editoriales y bibliotecas, para luego cobrar a los lectores interesados.  La peste es buena compañera de los inmorales.

¿Revaloración de la comida fermentada?

Viviendo los días de encierro, distanciamiento y de muchos cuidados por la peste he recordado mucho a mi abuelo materno, Eulogio Romero, quien fue un curandero místico que elaboraba los remedios, y siempre estaba dispuesto a ayudar en la salud física, mental y espiritual de mucha gente que llegaba buscándolo hasta de lugares lejanos.

El abuelo Iullu (hipocorístico quechua del nombre Eulogio) nos repitió muchas veces: Puriqishyayqa tsunupa kallpanta mantsan

La peste teme al poder de la papa fermentada. Así fue que desde niño aprendimos a apreciar la mazamorra de chuño (tsunu api o tuqush api como dicen en el Callejón de Huaylas).

Sin embargo, no sólo los andinos peruanos consumimos la comida fermentada. Los coreanos comen también la verdura fermentada (kimchi) y la pasta de frijol fermentada (dwenjang). Y los alemanes también comen el repollo fermentado (chucrut). Y qué coincidencia, el Covid-19 no ha causado muchas muertes en esos países. 

¿La comida fermentada les ha desarrollado buena defensa inmunológica? Me he informado que un equipo de investigación liderado por el médico Jean Bousquet, profesor de medicina pulmonar en la Universidad de Montpellier, Francia, descubrió que algunos productos fermentados como el chucrut y yogur (palabra turca) ayudan en la prevención del virus SARS-CoV-2, causante del COVID-19.

Cuando he comentado esto a un grupo de limeños, unos han parado las orejas como dispuestos a hacer la prueba; pero, una minoría de melindrosos y tercos, ha lanzado inmediatamente exclamaciones de ¡aj!, ¡puf! con gestos de asco. Innegable, ni la peste puede hacer repensar a la gente cargada de prejuicios. Es que el tocosh (con este nombre se comercializa en algunos establecimientos) es comida de los campesinos andinos. Lo importante es que prepare con muchas medidas de higiene.