Jorge Zavaleta Alegre, Corresponsal en America Latina
Washington DC, Noviembre 2019
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Eduardo Osorio nos ofrece la historia del nacimiento de la Cultura Wáyllash escondida pero viva, en la mente de sus descendientes. El Wáyllash; guarda en su corazón todo lo aprendido y, adora sus guacas, edificios, “señales” y costumbres; con la venia del saludo y el camino que su Tiempo le otorgó.
Explica que aprendió de las poblaciones de las cordilleras sus costumbres, como el saludar el amanecer y anochecer de cada día y la belleza imponente de sus cumbres. Asimismo, a respetar sus grandiosas guacas y edificios, sus Tok’ápus, Kíllk´has, Kípus y Yupanas; y sus silentes Chullpas techadas con enormes lajas de piedra sobre soportes verticales de corpulento granito “construidas” con el apoyo de la Tita K’ág’tsa que “arreaba” las piedras para colocarlas en el lugar designado y; las Yupínq’úná -señales, huellas y marcas-, dejadas por el dios de su veneración considerada “sagradas”.