Por Jorge Zavaleta Alegre
Para Enma
Suárez es vital que la escuela promueva
el arte, involucrando al niño
en el manejo del pincel, la
danza, el canto, la música, muy cerca de
los valores de la familia y la amistad.
Solo así es posible seguir enfrentando la vertiginosa globalización, cada día
más acelerada por la telemática, la cibernética y la informática.
Esta síntesis de
principios y horizontes, nos lleva el diálogo con la profesora de letras en el Perú, cuya labor y amor a los niños la llevan al manejo del
pincel, la danza, el canto, la música, a la
familia, a los amigos.
Cuenta ella como fuente
de inspiración aquel cielo
luminoso de su tierra natal, ciudad
donde Bolívar, en su pasión por la
libertad, se detuvo camino a Ayacucho, y compuso una oda sobre la mujer, símbolo paz como único camino para
todos sin exclusión.
Manteniendo vivo el
recuerdo de su niñez,
en Caraz, donde emerge la laguna
azul más grande de Los Andes, evoca a
Neruda: Necesito del mar, porque me enseña:/no sé si aprendo música o
conciencia:/ no sé si es ola sola o ser profundo/ o sólo ronca voz o
deslumbrante/ suposición de peces y navios. / El hecho es que hasta cuando
estoy dormida/ de algún modo magnético circulo/ en la universidad del oleaje.
Cuando la danza se convierte en la musa de inspiración para
los artistas visuales, sus pinceles y pasteles plasman la efímera e inmaterial
esencia de un arte escénica en lienzos y fotografías.
Los artistas son
conocidos en la historia del arte por haber creado obras de arte en las que se
fusiona el movimiento puro con la inmortalización del instante.
Un paisaje es un territorio o un lugar
humanamente sentido; también la representación del mismo, nos dice recordando a
Michel Linot. Es más que el medio donde vive la gente. Son los colectivos humanos los que construyen
el paisaje, resultado de una transformación colectiva de la naturaleza,
proyección cultural de cada sociedad en su espacio.
El desarrollo tecnológico ha favorecido la
creación de paisajes “virtuales” (por ejemplo mediante la aplicación de la
geometría fractal) y, asimismo, ampliar la idea corriente de paisaje,
generalmente asociada a conjuntos de elementos perceptibles por nuestros
sentidos —sobre todo la vista— sin instrumentos.
Los paisajes no solamente se ven; también
se perciben mediante los demás sentidos. La cultura de cada grupo humano se
expresa y materializa en un conjunto de bienes, activos para su supervivencia y
evolución, que constituyen su patrimonio.
Los bienes patrimoniales conforman un
sistema de elementos materiales e inmateriales en evolución que incluye
elementos del pasado, pero también del presente e, incluso, aquellas creaciones
que, siendo presente, pensamos o proyectamos hacia el futuro.
El impresionismo nació pintando paisajes
en torno al París de la segunda mitad del siglo XIX. Hoy muchos de los lugares
frecuentados por los impresionistas han sufrido profundas transformaciones.
Los usos agrícolas convierten el paisaje
en cuadros, que a veces parecen obras de expresionistas abstractos como Barnett
Newman. Observando en verano las pacas
de paja, dispersas o amontonadas como enormes paralelepípedos en medio de los
campos, puede pensarse que la agricultura da bellos ejemplos de arte
medioambiental encontrado o involuntario.
La defensa del paisaje es la defensa del
patrimonio natural y el patrimonio cultural. La desculturización del
territorio, sometido al arbitrio de reformistas agronómicos que con actuaciones
como la concentración parcelaria, canalizaciones y “limpieza” de riberas,
generan paisajes de tabla rasa, donde el criterio lucrativo se impone sobre
consideraciones sociales, ambientales o sanitarias.
El enfoque exclusivamente ecológico sobre
la defensa del entorno resulta con frecuencia frío, lejano, reduccionista. El
discurso sobre el medioambiente ha de unirse al del paisaje para llegar al
corazón de la gente.
El paisaje es un foro donde convergen y
son necesarios todos los gremios. El paisaje se siente y se recuerda. La
reivindicación moderna del paisaje como unidad patrimonial puede ser, al menos
a escala local, una de las claves para la reformulación de la conciencia
ecológica y la creación de una nueva cultura de vuelta a la naturaleza.
La manifestación artística es un fenómeno
que ocurre cuando alguien quiere expresar una emoción importante, sus
sentimientos sobre la vida o su percepción de la realidad, y se da cuenta que
las palabras ordinarias no son suficientes, que un discurso normal, digamos de
tipo descriptivo o científico, no le deja.
Tener un gran estudio, puede ser el sueño
de cualquier artista, y tal vez piense que es algo que no podría costear, sin
embargo, puede tener un espacio reservado y acondicionado para desempeñar el
arte de la pintura en la comodidad de tu propio hogar.
La producción y creación estética de la
cultura mestiza aporta valiosos insumos para que el pueblo se reconozca en su
identidad, consolide su memoria y aporte su inteligencia sensible para no
perderse en medio de las permanentes y acuciantes preguntas sobre quiénes somos
los latinoamericanos en esta transición milenaria, cuál es nuestro lugar en el
mundo y cómo seguiremos enfrentando la vertiginosa globalización, cada día más
acelerada por la telemática, la cibernética y la informática.
papeldearbol@gmail.com
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