Modesto Montoya,
Profesor de la Universidad Nacional de Ingeniería del Perú
La llamada guerra comercial entre China y Estados Unidos debería llamarse guerra del conocimiento.
Desde hace medio siglo China desarrolla una estrategia que la proyecta como la potencia científica y tecnológica del 2020. Estados Unidos y China viven una guerra con un desenlace que parece evidente.
El error de Estados Unidos fue crear la ilusión de los MBAs que atrajeron a los talentos que debieron ir a los laboratorios de donde salen los inventos generadores de riqueza.
La guerra por el conocimiento no solo es entre China y Estados Unidos.
Es todos contra todos.
El objetivo es atraer a la mayor cantidad de talentos en ciencia y tecnología.
En ese contexto, el Perú es cada año más dependiente. El 2021 será tecnológica y comercialmente más dependiente que nunca.
Desde hace décadas venimos demandando una política para atraer talentos. Los gobiernos no comprenden su importancia. Al más talentoso investigador joven que venía del extranjero, una universidad estatal le podía ofrecer contratos 1200 soles al mes.
El 30 de noviembre del 2011, el diario “El Comercio” nos permitió advertir al gobierno de PPK que “El Perú está perdiendo la guerra de cerebros”.
El 29 de diciembre el gobierno peruano corrige la aberrante escala remunerativa de profesores contratados.
¿Y los nombrados?
En una guerra tenemos que poner los recursos necesarios para no perderla. Es imperdonable que las remuneraciones de los docentes universitarios nombrados estén cuasi congeladas por más diez años (recientemente se ha aumentado 300 soles).
El problema no es de los investigadores. Éstos se van al extranjero que los demanda. El problema es que el Perú es cada día más dependiente de lo que se invente afuera.
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