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lunes, 6 de agosto de 2018

MUNICIPIO: ES EL ARTE DE AMAR Y TRABAJAR CON LA COMUNIDAD



Jorge Zavaleta  Alegre
El próximo siete de octubre, el Jurado Nacional de Elecciones del Perú-JNE,  institución que atraviesa  hoy por una profunda crisis de liderazgo, no garantiza que la renovación de los gobiernos regionales, provinciales y locales, sean ocupados por quienes buscan consolidar  la democracia en formación.

Una autoridad local no trabaja para poner en ridículo a la ciudadanía. Trabaja para informar a la comunidad,  a fin de recibir su apoyo en el  control, la vigilancia de los diferentes  proyectos. Por eso se necesita la confianza en sus autoridades.

Hay partidos ligados a la corrupción que están  trabajando, por ejemplo,  para que los jóvenes venezolanos  voten por sus candidatos, ofreciéndoles un poco de pan y dulces a quienes  vienen huyendo  de una crisis en su país tan profunda y heredada de los años 80 y 90, donde el populismo e irresponsable libre mercado de  Acción Democrática, terminó con el asalto de su petróleo, riqueza la más grandes del mundo.   El expresidente peruano PPK, destituido del poder, fue el puente de la política de esa derecha más radical de los EEUU, y hoy vemos los resultados de esa invasión masiva de Venezuela, que hoy sufre el Perú.

En este contexto, el Periodismo Económico se convierte en una gran necesidad para dar claridad a los esfuerzos contra la enraizada corrupción en Perú, país que hoy encabeza las encuestas sobre la mayor inestabilidad emocional,  donde lidera una economía informal por encima del  70 por ciento y una conducta social alejada de la supervisión  de las autoridades.

Por ejemplo Lurigancho, el distrito limeño con más de 1 millón 200 mil habitantes, carece de un hospital moderno. Cuenta con pocas postas médicas insuficientes donde la concepción de la salud preventiva, es decir la salud mental, es tabú. Lurigancho, un distrito con tanto potencial humano es identificado como sede del penal más grande de reclusos, escuela del delito y no de la reeducación.

Con esta reflexión,  vale tomar en cuenta a los candidatos que tienen conocimientos en la administración municipal, en la salud, en la educación, sin descuidar la inversión en otros servicios como la integración física con los distritos vecinos.

En la  gama de postulantes, se percibe la positiva alianza y notable ventaja de la candidatura del  distrito de San Isidro, cuyo alcalde busca la reelección,  con la del candidato de  Lurigancho en manos de Napoleón Becerra, con su lema Siempre Unidos, quien fundamenta su postulación destacando sus tres décadas de experiencia administrativa en la municipalidad de Lima, entre otros elementos.

El manejo de la información económica, su visión de la salud preventiva y la educación para el desarrollo integral, con una postulación  franciscana,  sustentada en la tecnología que ofrecen hoy las telecomunicaciones: Mensajes muy bien diseñados  por  Youtube, Facebook, Twiter…blogs, y reuniones de trabajo en diferentes espacios para compartir soluciones a los problemas de demarcación territorial que dan lugar  a delitos y tráfico de tierras contra la unidad necesaria de las comunidades.

La salud preventiva no se podrá mejorar si no se incide en la Salud Mental, como superar la inestabilidad emocional,  la depresión y frustraciones de sus habitantes.  Funcionarios del Banco Mundial,  empezando por su secretario  general  han visitado Lima, e informado que son creadores de la atención de la salud mental. Ese enunciado es una frase,  ningún gobierno se ha preocupado  de continuar esa iniciativa.

¿Qué es la Salud Mental?. Actualmente la Organización Mundial de la Salud define la salud mental como: “Un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.

¿Y, cómo se llega a ese estado de bienestar? Pues, sigue siendo absolutamente vigente la célebre definición de Sigmund Freud de la salud mental como la capacidad de amar, de trabajar y de jugar.

La capacidad de amar se refiere a la posibilidad de poder establecer relaciones auténticas e íntimas con otras personas donde se puede dar y recibir afecto sin excesivo miedo. La capacidad de trabajar se refiere a la posibilidad de sentirse generativo, de sentir que lo que uno hace tiene sentido, de tener un cierto orgullo en las tareas que uno desempeña. La capacidad de jugar se refiere a la posibilidad de disfrutar de la actividad simbólica, al nivel que sea, y de poder disfrutar con otros en ese tipo de actividades.