Jorge Zavaleta Alegre,
Corresponsal en América Latina
https://www.elmercuriodigital.net/2018/06/la-vida-desde-los-cementerios.html
“No sigo estudiando, porque no creo necesario. No hay trabajo y al final a uno lo matan. Quienes estudian forman su empresa y también los asaltan y matan. A mi padre lo mataron en un penal, en guerra con otra banda… Tengo cuatro hermanitos y mi madre enferma de dolor, necesitan comer como yo. Para tener este espacio dejo cinco dólares en la portería. Por eso, vengo al cementerio y acompaño a poner las flores para sus familiares”
Este es el testimonio de un adolescente que podemos escuchar en un “campo santo” de una capital latinoamericana, en los cuales también se observa las diferencias abismales entre tumba y tumba. Es una representación gráfica, elocuente del mundo en que vivimos.
El niño que narra sus experiencias, es una fotografía de la multiplicación de la delincuencia, la saturación de las cárceles y la corrupción generalizada. Es la antesala de la destrucción del mundo en que vivimos.
Un librero en la puerta de una Universidad del Altiplano, ofrece libros diversos a bajos precios y cuotas mensuales, a profesores y estudiantes, muy por debajo de los costos que ofertan las librerías del corazón de la urbe atiborrada de carros y vendedores ambulantes.
Este librero, Pedro Cuentas, recuerda haber sido custodio en un penal del Callao, ahora pensionista del Estado con menos de 100 dólares mensuales.
¿Qué lección constructiva recuerda de esa labor?, preguntamos a Pedro: “Ninguna, absolutamente ninguna. Solo violencia…”, responde.
Recuerda que gran parte de los títulos de los libros más actuales provienen de una inmensa imprenta del puerto del Callao, donde laboran varias decenas de personas, especializadas en la industria gráfica, acopio de papel, cartulinas, tintas, vehículos de distribución para los principales mercados del país y exterior.
Un diario vespertino, que apareció el día que el hombre llegó a la luna, se ha convertido en un medio escrito, del cual brota sangre infestada, violencia sin fin, con una pequeña columna de un “escritor” que envía crónicas con frecuencia.
Conversando con alumnos de Ciencias de la Comunicación, revelan que el director del diario que ellos muestran en sus manos y que enseña en una universidad, justifica, en sus clases, que esos contenidos son reflejo de la realidad y que él no hace sino reproducir el día a día, con autorización del directorio, cuyos miembros son herederos de un diplomático que su vida fue dedicada a lograr la creación del Acuerdo de Cartagena.
Como subrayó Montesquieu hace casi tres siglos, no puede haber libertad si el poder judicial no es independiente de los poderes legislativo y ejecutivo. El planeta tierra ya no soporta la exacción infinita de sus recursos que terminan en las ciudades industrializadas, dejando miseria y hambre en los campos agrícolas y socavones de los minerales más preciados. La miseria es un problema del crecimiento del Norte, merced la pauperización del débil y anémica Sur, con excepciones de Chile, Bolivia y Uruguay.
Para que los medios de comunicación puedan contribuir eficazmente a la consecución de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es preciso que los tribunales y las fuerzas del orden ofrezcan una protección sin fisuras de los derechos que son la libertad de expresión y de información y la seguridad de los periodistas. La Etica es la regla para todos, sin excepción.
LA VIDA Y LA SUERTE
Pedro Calderón de la Barca (1600-1681), escribió el siguiente soliloquio,cuando Segismundo piensa en la vida y en su suerte:
Sueña el rey que es rey, y vive/ con este engaño mandando,/ disponiendo y gobernando;/ y este aplauso, que recibe/ prestado, en el viento escribe,/ y en cenizas le convierte/ la muerte, ¡desdicha fuerte!.
¿Que hay quien intente reinar,/ viendo que ha de despertar/ en el sueño de la muerte?
Sueña el rico en su riqueza,/ que más cuidados le ofrece;/ sueña el pobre que padece/ su miseria y su pobreza;/ sueña el que a medrar empieza,/ sueña el que afana y pretende,/ sueña el que agravia y ofende,/ y en el mundo, en conclusión,/ todos sueñan lo que son,/ aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí/ destas prisiones cargado,/ y soñé que en otro estado/ más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí./ ¿Qué es la vida? Una ilusión,/ una sombra, una ficción,7 y el mayor bien es pequeño:/ que toda la vida es sueño,/ y los sueños, sueños son.