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viernes, 15 de diciembre de 2017

La Amazonía, noches de amor y de guerra



Jorge Zavaleta Alegre
Curanderos y Psiquiatría Popular. La  Amazonía siempre ha sido un lugar para entender mejor la majestuosidad  del paisaje y la capacidad de  sus habitantes para vivir en alianza con la naturaleza. Es y será  un territorio abierto para acercar la ciencia al servicio de la humanidad, como un matrimonio entre los curanderos y los psiquiatras académicos.

Los shamanes y curanderos de la Amazonía vienen contribuyendo con un ancestral conocimiento, cuyo inventario  y explicación siempre  demandan espacio  especial. Este saber ha devenido en la medicina popular y la herboristería actual que contribuye a resolver, en parte, los problemas de salud de la población menos favorecida y más alejada de la modernidad por el alto costo de los fármacos modernos.

Siguiendo la huella de conquistadores como Francisco Orellana y Gonzalo Pizarro  (XV_XVI), en busca de  El Dorado, y  de grandes inversiones privadas y/o públicas, la Amazonía vuelve a ponerse de moda, en la literatura política, el sueño de la integración latinoamericana.  Sumando  al Canal de Panamá, aparecen proyectos de nuevas vías interoceánicas para unir  los países del Pacífico con la gigante república de Brasil, y a su paso  provocar la destrucción irreversible del hábitat.

Desde los años sesenta las carreteras a la Amazonía comenzaron a  distraer la atención de los problemas esenciales y a consumir los magros presupuestos nacionales. “Los vínculos del  Brasil con los países del Pacífico son como dos amantes, pero que duermen de espaldas”, frase  del psicoanálisis que llenó las primeras páginas de los diarios “nacionalistas”.

En este entorno, los gobernantes no cesaron de invadir a la Amazonía, arrollando normas y  dificultades de todo orden. Entre  los numerosos estudios sobre la medicina popular, consultamos los  de  Enrique Blanco Cruz, de  la Universidad de Granada, quien  nos ofrece algunas claves de la eficacia del curanderismo en  sintonía con la cultura de los pacientes.

A través de años,  personas,  familias,  grupos minoritarios de capas sociales marginadas e incluso de extranjeros,  abandonaron sus lugares de nacimiento por motivos económicos, que al mismo tiempo han sufrido, cierta enajenación respecto a su entorno y a su cultura. Hay indicios que  a partir del siglo pasado, la medicina académica fue poco a poco sustituyendo a la medicina popular en su función curativa y preventiva respecto a la salud de los seres humanos. Los progresos hechos por la medicina tenían casi exclusivamente relación con el cuerpo, eran de carácter meramente somático.

Esta primera conclusión, lleva a recordar las observaciones a finales del siglo XIX y a principios del siglo XX,  cuando Charcot, Breuer, Freud y otros declaran a las neurosis como enfermedades o trastornos psíquicos, que sólo tienen relación indirecta con el cuerpo.

La polémica por estas revelaciones,  no  han terminado.  A pesar de ello los médicos en general y muchos científicos de otras profesiones siguen sin aceptar que haya dolencias o trastornos puramente psíquicos.

La psicoterapia como medio eficaz para combatir los trastornos psíquicos, tanto en su forma psicoanalítica como con otros métodos, sigue siendo un privilegio de las clases  de altos ingresos en todas las repúblicas.

En Alemania, por ejemplo, los seguros de enfermedad ofrecen a sus afiliados la posibilidad de ser tratados en psicoterapia, sin tener que pagar cuotas extraordinarias.  En Francia, Inglaterra y otros países europeos se ofrece también la psicoterapia como ayuda en caso de trastornos psíquicos, aunque los pacientes o clientes tengan que participar en el coste.

En Latinoamérica, el ámbito es más reducido y cerrado. Los trastornos psíquicos son tratados por los psiquiatras. Sus recursos para prestar ayuda son muy reducidos, sus tratamientos son preferentemente a base de psicofármacos.

En algunas ciudades  se han instalado psicoterapeutas para ofrecer sus servicios particulares, pero  con una formación epidérmica y una escasez y alto costo de los medicamentos de marca. Son muy pocos los que se comercializan como genéricos, según los acuerdos suscritos por los gobiernos de turno y los laboratorios.  Además del factor económico,  la mayoría de estos psicoterapeutas, sobre todo los psicoanalistas, utilizan un lenguaje académico, florido, estético, que no está al alcance de la población y casi nunca conciben el  tratamiento, desde un punto integral de la salud.

En numerosas culturas locales los síntomas de la salud mental es tomada  como «enfermedad popular»,  una situación de emergencia, una crisis, un trastorno del equilibrio del grupo. Se supone que es un trastorno del hombre con la naturaleza o  de un trastorno en la relación del hombre con el hombre.

Los médicos, psicólogos, enfermeros  y profesionales afines no son conscientes de que muchos de sus pacientes  proceden de lugares en los que la medicina popular y sus representantes, los curanderos o brujos, son personas o instituciones necesarias,  apreciadas por sus comunidades.

Por tanto, los representantes de la medicina académica y de la salud pública deben comprender que en su encuentro con pacientes de pueblos y aldeas, incluso de barrios populares de las grandes ciudades, no pueden actuar al margen de medicina popular, respetarlos, si quieren ayudar a los pacientes que urgen ayuda.

Autores como T. Szasz  defienden que «desde sus comienzos, el psicoanálisis se interesó por la relación del hombre con sus semejantes y con el grupo en que vive. Por desgracia, este interés se vio oscurecido por una ostensible orientación médica».

En las pocas urbes donde funcionan servicios ambulatorios masificados, la entrevista tiene que ser corta. No se tienen en cuenta los problemas emocionales, el paciente queda decepcionado, vuelve resignado al trabajo, aunque con menos interés y voluntad para asumir sus obligaciones. Esta marcha «de médico a médico» puede repetirse,  ya que ni el médico ni el paciente quieren o pueden reconocer estas molestias como un malestar psíquico.

Los médicos de cabecera tienen generalmente dificultades para diagnosticar molestias neuróticas y para reconocerlas como trastornos o enfermedades que necesitan tratamiento.

Esta labor del médico,  en parte  está limitada en la falta de conocimientos  respecto a 
los trastornos psíquicos, en tanto los pacientes buscan ayuda bajo condiciones que se adaptan mejor a su entorno social.

La  medicina popular, existe en muchos lugares del globo terrestre, no obstante los progresos de la medicina académica. Persisten las dificultades para aplicar la psicoterapia a las grandes masas populares, porque depende también de la disposición que estas tengan de aceptar métodos como el psicoanálisis, la terapia conductista, el psicodrama, etc.

“El encuentro imprevisto supone una amenaza actual de la autonomía de una cultura, es decir, cuestionar su principio de interpretación vigente», señala el psiquiatra Hofer, 1974.  En algunas regiones europeas, se tratan dentro del colectivo las enfermedades,  que en la psiquiatría se definen como trastornos psíquicos o psicosomáticos, aunque se manifiesten de forma individual.

La enfermedad se «hace» colectiva en las sociedades primitivas. «Los estudios antropológico-culturales reconocen que cada colectivo crea las soluciones para los problemas humanos generales, frente al individualismo urbano moderno”, nos recuerda Lévi-Strauss, 1958.

Los que viven en comarcas, pueblos y aldeas  el lento industrial y el mensaje comercial de los medios de comunicación,   aún no han podido romper todas las tradiciones culturales. Resulta  muy difícil, esperar que los médicos, que generalmente proceden de otros lugares, dediquen su tiempo libre a formarse en «medicina popular». La cultura no se «aprende», sino que se «vive» o se adquiere mediante la socialización, remarcan  los científicos sociales  en múltiples foros.

En las encuestas  que publican diversos  autores se recogen testimonios muy útiles para entender mejor esta ausencia  de especialistas en salud mental o el divorcio que la ciencia actual percibe la  cultura de los pueblos. Es muy útil  considerar el significado y el efecto de una medida terapéutica que  toma en cuenta factores culturales y psicosociales en el tratamiento de personas de otros grupos sociales o de otras culturas.

La separación de las enfermedades en somáticas y no somáticas no se aprecia en todas 
partes, sino sólo allí donde la medicina popular permanece existiendo al lado de la medicina académica.  Sin embargo, existen muchas regiones en las que la medicina popular, el curanderismo, es la única institución para luchar contra la enfermedad y la desgracia, donde no tiene lugar una separación del tratamiento de las enfermedades como somáticas y no somáticas.

La  carga de trastornos mentales que afecta a las poblaciones de América Latina y el Caribe es demasiado grande, pero los Estados ocultan o desatienden la brecha de tratamiento, es decir aquella diferencia entre las tasas de prevalencia verdadera y las de las personas que han sido tratadas.

Las investigaciones epidemiológicas en América Latina y el Caribe basadas en el uso de servicios de salud mental  revelan una  amplia brecha en el tratamiento de los trastornos mentales.

La transición epidemiológica y los cambios en la composición poblacional acentuarán aún más la brecha, salvo una respuesta  efectiva con programas y servicios más intensos, con inclusión  de profesionales  con mística,  conocimiento y  responsabilidad.  No se olvide que el creciente número de suicidios, una de las expresiones que subleva al ciudadano de bien, obliga a todos a entender la  irrenunciable necesidad de construir un entorno más  atractivo para la vida. No a la muerte.

Bibliografía
2016. Prevención del suicidio. Un instrumento para médicos generalistas. WHO/MNH/MBD/00.1
2010, Salud Mental. E. Blanco Cruz, España.
1979 «Psicofármacos solo no es suficiente. La 'depresión no aceptada'», Ärztliche Praxis (Munich).
 1984 «Sobre la discriminación de extranjeros en los servicios de salud de la República Federal de Alemania», en A. Geiger y F. Hamburger, Enfermedad en el entorno extraño. Berlín.
 1985 «De la 'enfermedad popular' a la 'enfermedad del diablo'», Medicina popular en Perú. Francfort/Meno.
 1990 Sí, a una ley de psicoterapia ... pero bajo la inclusión de trabajadores sociales y licenciados en pedagogía. Francfort /Meno.
1978 Farmacología y toxicología. Stutgart. Kuschinsky, G. (y H. Lüllmann)

1970. Noches de amor y de guerra, Eduardo  Galeano, Casa de las Américas, La Habana.