Jorge
Zavaleta Alegre
Diario16, Madrid
Diario16, Madrid
La corrupción
tan intensa que vive el Perú con cuatro presidentes cuestionados, y con una
administracion de justicia que marcha con pies de plomo, nos lleva a
reconocer el rol que cumple la buena
prensa. Los casos Odebrechet y Lava jato, no habrían repercutido en la
ciudadanía continental sin el apoyo de la buena prensa y de periodistas
comprometidos con la verdad.
Gestión, es
un diario que apareció hace 27 años, en una de las épocas más difíciles para la econonomía y la
política del Perú. Su fundador y primer director, Manuel Romero Caro, recuerda que la información que ofrecía al
lector era un importante activo para sortear las dificultades de la coyuntura.
“Salimos en el peor momento para lanzar un diario especializado”, comparte este recuerdo en julio del 2017 en su columna Atalaya
Económica.
En 1989 el
mundo comenzó a dar cambios severos, a
partir de la caída del muro de Berlín, y
tres años después la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas desaparecía. El
Perú en un intento de superar una de las peores crisis de su historia,
inflación galopante, remató sus empresas
públicas a inversionistas internacionales, perdiendo más de la cuarta parte de
su Producto Bruto Interno.
En ese marco
la población peruana, no eligió como
presidente a Mario Vargas Llosa sino a
Alberto Fujimori, ahora condenado a 25 años de prisión por delitos contra los
DDHH y la sustracción de recursos fiscales, a través de una estructura
delictiva que en el correr de los años
robusteció su presencia en las principales instituciones públicas.
Cuando
Fujimori protagonizó un autogolpe de Estado, el diario Gestión era
constantemente vigilado por una tanqueta en la puerta de la redacción y otra en
la puerta de la imprenta. En la década
de 1990, este diario tuvo presiones
desde el terrorismo de Sendero Luminoso y del Estado.
Romero Caro
señala que el modelo de libre mercado ha
sido mal ejecutado en diferentes etapas. Es verdad que se han detenido las
reformas estructurales, que requieren mucho coraje, porque el costo lo pagas
ahora y los beneficios vienen después. “Nosotros hemos venido viviendo del
ciclo de las materias primas. Y mientras todo va bien, nadie se queja; pero
cuando las cosas se caen, te empiezas a dar cuenta. Nos hemos dado cuenta de
que “somos vulnerables” a los ciclos de los precios de las materias primas”,
remarca Romero Caro.
En una de sus
últimas versiones, Atalaya Económica,
señala que el actual gobierno mantiene algunos
megaproyectos, que son verdaderos elefantes blancos. Los que si bien
aumentarían el PBI, generarían empleo e ingreso de divisas durante su período
pre-operativo; posteriormente requerirían de importantes subsidios para
subsistir durante su período de vida o durante la vigencia de la concesión
(35/40 años).
Esto sucede
porque el precio de los productos importados sería menor que el de los
productos nacionales generados por ellos. Por lo que la diferencia tendría que
ser cubierta por todos los contribuyentes.
Y estos
serían los casos del Gasoducto Sur Peruano y de la nueva Refinería de Talara.
En el primer caso se ha anunciado una nueva licitación, sin embargo el ministro
de energía ya ha precisado que luego que el Congreso eliminara el cargo en las tarifas
eléctricas, el Ejecutivo estuvo buscando fondos alternativos, pero que “lo
único que tenemos es el cofinanciamiento del Estado. Eso implica que el MEF va
a tener que mojarse”.
Esta dinámica
viene a ser casi lo mismo que el sistema anterior, porque el Gobierno terminará
transfiriendo a los contribuyentes, de una u otra manera, la mayor carga
asumida.
Considerando
que el proyecto estuvo groseramente sobredimensionado y ni siquiera contaba con
un estudio de mercado, se espera que el gobierno ya haya contratado el
correspondiente estudio para que el gasoducto adopte un dimension realista.
Asimismo,
como el equipo adquirido para el anterior proyecto estaba sobredimensionado
(por ejemplo la tubería es para 1,500 mmpcd), se considera que el gobierno no debería
de reembolsar los precios pagados por esos equipos sobredimensionados para la
demanda del sur del país.
Resulta
importante que, en aras de la transparencia que definitivamente careció el
proyecto de Odebrecht, el gobierno disponga la publicación en internet del
análisis costo beneficio que realice para escoger la alternativa que decida
escoger, y de los otros estudios que se realicen. A más transparencia, menos
corrupción.
De otro lado,
luego de conocerse los audios de las conversaciones entre diversos ministros y
el Contralor Alarcón, queda claro que tanto PP Kuzcinsky como su equipo, ya
desde su campaña presidencial conocían los problemas de los principales
megaproyectos.
A pesar de
ello alentaron exageradamente las expectativas de los agentes económicos y
enfatizaron que el destrabamiento de los megas iba a ser el motor de la
reactivación económica y que sus problemas se solucionarían en diciembre del
2016!!
Es así que, por
ejemplo, Alfredo Thorne manifestó que en la campaña le había expresado a PPK
que el contrato de Chinchero,Cusco, estaba hecho a la medida de los
concesionarios; que el contrato no tenía capital, que “ si el contratista se
hubiese mojado con 100 millones de dólares adelante, no estuviese pasando nada
de estas cosas”, etc.
Asimismo el
Ministerio de Transportes ya había rechazado el costoso financiamiento
propuesto por el concesionario; y numerosos analistas aportamos una serie de
críticas al proyecto.
También
Thorne expresó su opinión contraria al gasoducto, y durante el debate electoral
criticó severamente la nueva refinería de Talara.
Pues, con los
cuestionamientos mencionados, no se entiende ¿por qué siguieron adelante con el
contrato de Chinchero? ¿Cuál es el secreto de Chinchero para que el Presidente
saliera en TV a defenderlo y se llegara al extremo de sacrificar a dos
ministros?. ¿Por qué persistieron en seguir con el Gasoducto al sur a pesar de
las innumerables características negativas que hemos presentado a los largo de
más de dos años?.
Si el
gasoducto se paró, fue por la corrupción e insolvencia de Odebrecht, no por
decisión del gobierno.
Y en lo que a
la nueva refinería de Talara se refiere, además de las diversas desventajas ya
expuestas, recientemente el economista Ricardo Lago ha analizado 20
transacciones de compra-venta de refinerías de los últimos 15 años. Y aplicando
los supuestos más favorables para el caso de Talara, llega a la conclusión que
su precio de venta sería de solo $ 1,592; menos del 30% de su inversión de $
5400 millones!!
Si el equipo
de gobierno ya conocía los graves problemas de los megaproyectos desde la época
de su campaña electoral, ¿no hubiera sido más razonable encargar desde el
primer día útil de gobierno a una (o más) consultora (s) del exterior la
revisión de los proyectos y presentar alternativas para minimizar los daños
incurridos en los principales megaproyectos?. A estas alturas ya habrían
terminado su labor y se tendrían claros cursos de acción a seguir.
Ante el
evidente fracasó del destrabamiento, la pregunta que muchos se formulan es ¿por
qué siguió adelante con los mismos sin revisarlos previamente?.
Dos posibles
interpretaciones: la positiva es que lo hizo para impulsar el crecimiento
económico, para quedar bien con las poblaciones en el área de influencia
directa del proyecto, etc. De ahí viene la idea inicial que el principal motor
de la reactivación sería el muy publicitado destrabamiento de los más
importantes megaproyectos.
La otra
interpretación sería que los habría impulsado el “amiguismo” (numerosos
lobistas conocidos del equipo de lujo estaban, y están, detrás de más de un
megaproyecto) y/o por razones no tan santas.
Adicionalmente
también influyeron la ineficiencia (numerosos avances y retrocesos ) y la
soberbia (subestimar la complejidad de los proyectos anunciando que para
diciembre del año pasado ya estarían solucionados sus problemas).
Naturalmente
también se pudo (o puede) dar una mezcla de los factores mencionados.
Romero Caro,
hace pedagogía ciudadana cuando recuerda
la leyenda del reino de Siam (actualmente Talilandia) solo el Rey podía
poseer y darles trabajo a los elefantes blancos; por lo que este los regalaba a
los que habían caído en desgracia con él. Y como su mantenimiento era muy caro
y estaban prohibidos de hacerlos trabajar, sus nuevos dueños terminaban
quebrando. Por lo que si persistimos en el error de seguir manteniendo
elefantes blancos, corremos el peligro que nos pase algo similar.