El absolutismo del libre mercado ha creado un mundo de infelicidad. Desde el 29 de Octubre de 1989 que cayó el Muro de Berlín, el planeta Tierra se aproxima cada vez más a los abismos, como es el caso de los EEUU, donde el Partido Demócrata, siguiendo la tradición puede reencontrarse con la razón, pero el Republicano, apuesta ahora a una aventura, a la desesperación, para “evitar” el descalabro.
El ultra liberalismo, con presencia delincuencial, defiende al candidato Donald Trump. El NY Times, principal vocero de la “libertad económica”, ironiza el liderazgo republicano:
“¿Quién necesita experiencia para ser presidente? Es verdad que Donald Trump tendría menos experiencia en el servicio público que cualquier presidente en la historia estadounidense, pero el conocimiento no sirve. Quizá el partido Know-Nothing en el siglo XIX capturó ese espíritu en su nombre…y Trump es la apoteosis de no saber nada. En mi carrera periodística, jamás he conocido a un candidato nacional tan desinformado, evasivo o pueril como Donald Trump. “¡Probemos la puerilidad para variar! ¿Qué podría salir mal?”
Los fanáticos no creen en las necesidades insatisfechas de la humanidad. Han traicionado al padre de la Economía Política, Adam Smith (1723-1790), pretendiendo ignorar que la riqueza procede del trabajo de la nación, es decir la primacía de los sentimientos morales, como sustento de la Riqueza de las Naciones.
MIGRANTES
Un poco de historia. No olvidemos que en el surgimiento de los EEUU, el imperativo de la igualdad afectó las relaciones de las 13 colonias originarias con la madre patria, Inglaterra. La Declaración de Independencia proclamó en 1776 que todos los hombres han sido creados iguales y todos tienen derecho a “la Vida, la Libertad y la Búsqueda de la Felicidad”.
Esa Declaración de la Independencia y más tarde la Constitución-según documentos oficiales del Departamento de Estado de los EEUU- conjugaron la experiencia colonial de Norteamérica con el pensamiento político de filósofos como el inglés John Locke, para crear el concepto de una república democrática.
Hoy en día, la maquinaria ultra liberal, lubricada con el petróleo del tercer y cuarto mundo, en manos de oligopolios, se propone desacreditar cualquier iniciativa que postula por una economía social de mercado, o algo semejante. Se rechaza cualquier de intento orgánico que busque un Estado moderno, eficiente, comprometido con las causas de todos los habitantes de una nación.
Directamente o en forma subliminal toda la prensa monopólica que maneja la riqueza de las naciones, en alianza con administraciones corruptas, cuestionan a los líderes sociales que intentan salvar a sus países de la marginalidad de las mayorías.
Se olvida que casi todas las crisis de los últimos 15 años tienen su origen en un tipo de locura. La invasión a Irak, que la izquierda prefiere recordar como un conjuro neoconservador, en realidad fue obra de un consenso intervencionista de dos partidos, con gran apoyo de George W. Bush, pero al que también se adhirió una gran proporción de personas de centro izquierda, como Tony Blair y más de la mitad de los demócratas del senado en Washington.
Lo mismo ocurrió con la crisis financiera: sin importar si consideramos que la falta de regulación de los servicios financieros o la optimista política de vivienda (o ambas) fueron responsables, ambas alas del establecimiento político aceptaron las políticas que contribuyeron a inflar y reventar la burbuja.
RIQUEZA Y DINERO
De acuerdo con un estudio de la Corporate Library, el ingreso medio total, incluyendo salarios, extras, participaciones y opciones sobre acciones, de los presidentes de las 500 compañías incluidas en el índice Standard&Poors (S&P) fue de 3,65 millones de dólares en 2002.
Sports Illustrated calcula que el salario medio de un jugador de la NBA durante la temporada 2002-03 fue de 4,54 millones y el de un jugador de las ligas mayores de béisbol al inicio de la temporada 2003 era de 2,56 millones. Según la Oficina de Estadísticas Laborales, el salario anual medio en EE.UU. en 2002 fue de 35.560 dólares.
Diversas opiniones de Cambio16 y Diario 16 de Madrid, medios con mayor independencia y libertad, explican a sus lectores que de hecho, la riqueza no es el dinero. Los enemigos de la modernidad, de aquellos gobiernos que intentan fortalecer valores como la salud, educación y tecnología intermedia para evitar un brusco desplazamiento de la población en edad de trabajar, son mirados como ajenos a la teoría y la práctica de los valores de la modernidad. El dinero, que ahora circula por las grandes redes invisibles, es traducido en riqueza para pocos y esta apropiación no es desarrollo. Los grandes edificios, centros comerciales, agencias de turismo, bancos no tienen accionistas de los sectores populares. Los muros y vallas de fierro que rodean a los barrios y playas exclusivos no son desarrollo. Crecimiento del Producto Bruto Interno, no es sinónimo de bienestar para el creciente ejército de asalariados.