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domingo, 18 de septiembre de 2016

El fuego arrasa la ilusión del Cusco, por El Mercurio

Jorge Zavaleta  Alegre.-Cusco/Washington. El incendio de la Iglesia San Sebastián del Cusco, ocurrido el sábado 16 de Setiembre del 2016, revela que el pasado histórico de esta parte de América Latina, carece  de una mínima protección. Es una cruda realidad, que agrede a la civilización occidental y cristiana, porque los ingresos del turismo solo terminan en las arcas de un puñado de agentes internacionales, y que solo dejan un equívoco imaginario de que los pobladores son dueños de ese  idílico espacio en el ombligo  del mundo.




Pero esa visión cada día va cambiando. Los ciudadanos del Cusco ven con preocupación el abandono sistemático  del Centro Histórico, según una Exposición del Centro Guamán Poma, y que plantea cómo mejorar las condiciones urbanas y el Cusco del futuro, “con la visión de modernizar sin tomar en cuenta las características culturales locales o  solo como elemento decorativo”, advierten arquitectos y arqueólogos locales.

Juan Tomás Tuyro Tupa fue el artista Arquitecto y escultor indígena creador de esta hermosa iglesia de San Sebastián. El nació en el Cusco y al ser reconocido como descendiente de la nobleza inca obtuvo el título de Sargento Mayor de la nobleza indígena. Este artista fue quien también trazó la planta de la Iglesia de San Pedro en el Cusco, la misma que era anexa al Hospital de los Naturales en el año de 1699, habiendo tallado la imagen de Nuestra Señora de la Almudena, así como el púlpito y el retablo principal.

En la Iglesia de San Blas talló el retablo de Nuestra Señora del Buen Suceso y se le atribuye la preciosa labor del púlpito de San Blas tallado en una sola pieza de madera.



En la catedral del Cusco labró retablos así como la imagen de Nuestra Señora de la Almudena en la iglesia del mismo nombre y varias imágenes para los templos de San Sebastián y Santa Ana.



Tragedia nacional. El incendio ha sido calificado por el Ministro de Cultura como una “tragedia nacional”. Pero, poco o nada sirve ese discurso oficial, cuando el templo  ya fue destruido en gran parte, debido a un incendio en la madrugada en una ciudad dominada por un frío intenso.

El Ministerio de Cultura confirmó que el 80% del presbiterio y el 60% de la nave central de la iglesia han sido consumidos por las llamas. Además, el retablo y el altar mayor, hechos de cedro y pan de oro, resultaron destruidos en su totalidad.

También se han convertido en polvo ocho pinturas de escenas religiosas pertenecientes a Diego Quispe Tito, emblemático representante de la escuela pictórica cusqueña en la época virreinal.

El Ministerio de Cultura informa que asumirá la custodia de la iglesia de San Sebastián y elaborará un proyecto de inversión pública de emergencia para desplegar acciones de restauración arquitectónica y de las obras de arte religioso.

Las autoridades no indican aún el origen de las llamas, pero no se puede descartar la intencionalidad del siniestro para sustraer obras  de un  gran valor. La  Biblioteca  Nacional  del Perú, en un foro  reciente, dio a conocer las grandes utilidades  que   genera  el comercio  ilícito  de obras de arte, junto  con el narcotráfico  y  sustracción de piezas arqueológicas.



El incendio en la iglesia San Sebastián  se inició aproximadamente a la 1 de la madrugada y la falta de agua en la zona dificultó el trabajo de los bomberos. Esta ausencia  elemental de previsión, indigna a los vecinos que ayudaron a salvar algunos bienes del templo. El Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Cusco, indicó que el Servicio de Agua abrió las válvulas de agua luego de 2 horas de iniciado el siniestro.


En el Cusco destacan las iglesias de mediados del siglo XVII y sus vistosos altares, como el del Templo de San Sebastián, que ya desapareció por las llamas. Este altar repujado en pan de oro guardaba características únicas y primorosas, que lo hacían uno de los más bellos de todo el continente.

Esta verdadera obra de arte de estilo barroco con columnas corintias muy decoradas y con hermosos detalles adosados en toda su fachada era inmensamente apreciada en el mundo del arte, sus hornacinas, escudetes y detalles de conchas lo hacían único y especial dentro de la arquitectura religiosa de Cusco.

En este altar descansaban imágenes en yeso de San Juan y San Agustín, además de una pequeña imagen de San Sebastián, la primera que llegó a Cusco en 1560. Después del incendio no quedó ninguna de estas.

Tal vez para regocijo de los creyentes y devotos de San Sebastián, la mayor joya que guardaba este templo en su interior, la escultura del llamado Patro San Sebastián fue retirada justo a tiempo y se 'escapó' de correr con la misma suerte que los otros santos.



Pinturas del siglo XVII, bienes con más de 200 años de antigüedad y otras incalculables pérdidas históricas ha dejado el incendio ocurrido esta madrugada en la iglesia San Sebastián, en el Cusco.



 “Todo el pueblo de San Sebastián está llorando. La iglesia está en escombros, no existe nada, todo el patrimonio cultural del distrito de San Sebastián se ha consumido”, declaró, entre lágrimas, el alcalde Andmar Sicus Cahuana.

Hace solo cuatro años, la iglesia que data del siglo XVI había sido restaurada con un presupuesto de 5 millones de soles. Fue declarado como Patrimonio Cultural de la Nación - Monumento Histórico Artístico en el año 1972. No obstante esta inversión pública, la anomia impregnada en la burocracia del  Cusco (y del país)  los servicios  de custodia, no funcionan.

Y LA UNESCO QUE DICE

El año pasado, en junio, se realizó en Cajamarca, IV Encuentro Nacional de Centros Históricos del Perú, promovido por la Unesco. Sus directivos indicaron “que el encuentro fue una oportunidad para fortalecer la gestión de los centros históricos, mejorando el cuidado y conservación de estos a través del intercambio de experiencias de las diferentes ciudades históricas del país”

La UNESCO facilitó un taller con representantes de Lima, Rímac, Trujillo, Cajamarca, Chachapoyas, Arequipa, Cusco, y el Ministerio de Cultura, con “el fin de realizar un diagnóstico participativo de las necesidades de fortalecimiento de capacidades para la gestión sostenible de los Centros Históricos”.

Este diagnóstico servirá para informar al proyecto “Apoyo a la gestión de la Red de Ciudades Patrimoniales”, financiado por AECID. Las autoridades que participaron en dicho taller se comprometieron en participar activamente en la red y compartir entre sus miembros todas las experiencias y materiales relevantes para generar buenas prácticas a nivel nacional. Otros resultados importantes del evento fueron la firma de convenios de cooperación entre Cajamarca  y Trujillo, y entre Trujillo y Cuenca con el fin de compartir experiencias y fortalecer su gestión. Habría que preguntarse para qué tanto  gasto en congresos  y los  resultados son escasos. San Sebastián es el mejor testigo de la  inercia  de la Unesco  y del  Perú, uno de los estados miembros.

El lucrativo negocio de la cultura ilegal, según DW

CULTURA

Ladrones de arte destruyen la herencia cultural de la Humanidad. No se trata solo de bandas de delincuentes, sino también de terroristas que hacen dinero con un negocio muy rentable.
Parece como si, en medio del desierto, hubiera habido una masacre: cráneos, fémures y costillas yacen por doquier. Toda clase de huesos humanos sobresalen del terreno, así como un pequeño trozo de madera, una pieza de cerámica y restos de vendajes.
Estamos en Abu Sir al Malaq, unos 90 kilómetros al sur de El Cairo. Allí descubrieron los arqueólogos alemanes Otto Rubensohn y Georg Möller una necrópolis a comienzos del siglo XX. Su trabajo terminó en 1908, tras lo cual volvieron a enterrar las tumbas. Hoy aquí buscan su suerte los saqueadores de tumbas. En todas partes se ven hoyos en la arena, algunos de ellos excavados de forma vertical. “Abu Sir era famosa por sus sarcófagos pintados”, dice la arqueóloga egipcia Monica Hanna, que trabaja documentando las excavaciones ilegales y sabe que, hasta el momento, el cementerio ha sido saqueado en más de un 90 por ciento. Los ladrones obtienen jugosas ganancias cuando consiguen vender sus hallazgos.
Un mercado en auge
Desde hace unos 25 años el negocio de la venta de bienes culturales vive un auge. Antes ya se practicaba este delito, pero desde que comenzaron los problemas políticos en Medio Oriente y el norte de África, los robos se han incrementado ostensiblemente. Desde 2011, las cifras de artefactos robados y excavaciones ilegales se han duplicado en Egipto. No es un caso único. También en Irak se puede hablar de un saqueo sistemático en los últimos 25 años, dice Markus Hilgert, director del Museo de Oriente Próximo en Berlín.
Los ladrones surten a un creciente mercado, que desde los años noventa sencillamente ha explotado. Entonces, las acciones perdieron valor y muchos buscaron otras posibilidades de inversión, poniendo sus ojos en el arte y en las antigüedades. Por objetos de arte antiguo se pagan elevadas sumas de dinero. Un ejemplo: una estatua de 75 centímetros de altura de origen egipcio fue vendida en un remate en Londres por 14 millones de libras en el verano de 2014. En diciembre de 2007 una figura de piedra de 8 centímetros y 5.000 años de antigüedad traída desde Irak fue también subastada en Nueva York por 57 millones de dólares.
Portada del libro de Günther Wessel sobre el robo de arte.
Portada del libro de Günther Wessel sobre el robo de arte.
Bandas organizadas y terroristas
Esas cifras atraen a bandas criminales organizadas. Lo que antes hacían los campesinos de los pueblecitos es hoy, según la arqueóloga Monica Hanna, trabajo de bandas organizadas con expertos que ya saben dónde deben excavar. “Usan aparatos de ultrasonido para encontrar los sitios correctos y utilizan para ese trabajo maquinaria pesada”, cuenta. Los ladrones de tumbas no temen usar la violencia en sus acciones: la misma Hanna ya ha sido tiroteada.
Junto a estas bandas se financian también grupos terroristas que venden piezas excavadas de forma ilegal. Que el Estado Islámico no solo destruye, sino que también saquea y vende bienes culturales de gran valor es algo que se sabe hace largo tiempo.
Los coleccionistas no saben
Los coleccionistas que adquieren estos tesoros en casas de subastas o en galerías saben poco de estas prácticas. Allí, los bienes ofrecidos cuentan con un certificado de origen, aunque no siempre es de fiar. A comienzos de este año, una galería de Oberhausen ofreció una estatua de marfil de cinco centímetros de los tiempos de los faraones egipcios (664 al 332 a.C.) que, según su certificado de origen, fue desenterrada en 1900 en Egipto, luego fue comprada por un neoyorquino y desde los años 60 estaba en la colección privada de un alemán. En realidad la figura había sido robada de una excavación en 2013 en Egipto.
Si uno confronta a los representantes de las casas de subastas con estos ejemplos, responden diciendo que se trata de excepciones. Para ellos, la mayoría de las antigüedades que circulan en el mercado provienen de viejas colecciones. Friederike Fless, presidenta del Instituto Alemán de Arqueología, discrepa: “No hay tantas colecciones de antigüedades como productos en oferta”. Los coleccionistas deberían asumir, dice, que la mayoría de las antigüedades llegan a Alemania de forma ilegal y provienen de excavaciones al margen de la ley y de saqueos.
Los tesoros arqueológicos de Siria e Irak están en peligro.
Los tesoros arqueológicos de Siria e Irak están en peligro.
El robo de arte no es trivial
El contrabando de antigüedades robadas o excavadas de forma ilegal no es un delito menor, aclara Sylvelie Karfeld, de la Oficina Federal de Investigación Criminal, quien estima que los ingresos del tráfico ilegal de este tipo de artículos asciende a los ocho mil millones de dólares al año. Los arqueólogos destacan, en cambio, que el problema va más allá del valor monetario. Para ellos, los saqueos destruyen el pasado de pueblos enteros, pues una colección funeraria sin una de sus piezas pierde contexto y deja de contar una historia: es como una página suelta en una biblioteca quemada.
Günther Wessel es autos de Das schmutzige Geschäft mit der Antike. Der globale Handel mit illegalen Kulturgütern ('El sucio negocio con la antigüedad. El comercio global con bienes culturales ilegales'). Ch. Links Verlag, Berlín, 184 páginas, 18 euros.

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