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martes, 17 de mayo de 2016

MITOS DE LA INNOVACIÓN EN CENTROAMÉRICA


No basta la información. El acceso  a la información tecnológica y científica es solo  un aspecto del proceso. Es posible llegar a ella mediante cuadros con algún nivel tecnológico. Además  hoy se está rompiendo  la correa de trasmisión tecnológica hacia el sur. Antes éramos consumidores potenciales de esa  tecnología.Ahora  lo somos de productos  finales. En la práctica no necesitamos el  acceso a nada de lo que hay dentro de un producto, al manual de sus propiedades  y de cómo opera. Desde esta perspectiva es pobre, muy pobre, el trabajo pomposamente promovido por una pequeña e inorgánica institución  conocida  en el Perú, como CONCYTEC. Jorge Zavaleta Alegre, Los Pioneros pag 13/Fundación  Ebert.

POR GALILEO SOLIS 
Los gobiernos centroamericanos han venido incorporando de manera progresiva, en sus planes y en su discurso, la importancia de la innovación como componente esencial del desarrollo económico y social. Pero para aprovechar este potencial, las intenciones tendrían que convertirse en acciones más tangibles. Para apuntar a implementar políticas de innovación que funcionen, quisiera insistir en desmitificar algunas ideas que considero clave en el entorno de Centroamérica:

1 – La innovación es para que los países ricos gasten lo que les sobra

Entre los economistas existe consenso en que las actividades de innovación tienen retornos altos, principalmente por el impacto positivo en la productividad. Finlandia, Irlanda, Singapur y Eslovenia son países pequeños con poblaciones menores a 6 millones de habitantes, pero que dedican más del 2% de su PIB a mejorar sus capacidades de innovación. El resultado, que no debiera sorprender, es que el ingreso per cápita de estos países se encuentra entre los 40 más altos del mundo. Entonces, no es que estos países invierten en innovación porque les sobran recursos económicos, sino que esos países son ricos como resultado de la inversión sostenida en actividades de innovación.

2- Apoyar la innovación tiene un costo muy alto

Apoyar la innovación es la típica situación en la que hacer tiene su costo, pero no hacer tiene un costo mucho más alto y puede ser muy difícil para las próximas generaciones retomar el ritmo del crecimiento.

Además, las brechas con los líderes van aumentando a pasos agigantados. En América Latina, hay un importante rezago con respecto a los líderes mundiales y a los países mencionados en el punto anterior. El promedio del gasto de innovación en la región es de 0.70% del PIB, y Brasil, por sí solo, es responsable del 60% de ese gasto. Además, esa inversión es realizada casi exclusivamente por el sector público con una muy limitada participación del sector privado. Si nos enfocamos en Centroamérica, la situación nos deja con mayores preocupaciones. El país que más invierte, Costa Rica, llega al 0.47% del PIB y Panamá le sigue con 0.20%. El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua invierten todos menos del 0.1%. ¿Y cuál es el resultado? Sumado a otros factores, todos estos países, excepto Costa Rica y Panamá, se encuentran más allá del puesto 100 en ingreso per cápita a nivel mundial.

3- No existen científicos e innovadores centroamericanos que se destaquen

A pesar de los indicadores desalentadores, existe mucha gente talentosa en Centroamérica que nos muestra que existe un potencial muy grande para lograr retornos económicos y sociales como resultados de la aplicación del conocimiento. Se pueden encontrar historias destacadas de gente que, con poco, hizo mucho.

Algunos ejemplos son Franklin Chang-Díaz de Costa Rica, un físico y astronauta retirado que participó de 7 misiones del programa de transbordador espacial con la NASA y hoy es un empresario de cohetes utilizando tecnología de plasma; Adán Ríos de Panamá, investigador médico y uno de los responsables de la creación de una de las tres patentes desarrolladas para vacunas preventivas contra el VIH en Estados Unidos; y Salvador Moncada de Honduras, un investigador médico del University College de Londres, reconocido por su estudio del óxido nítrico y sus efectos en el sistema cardiovascular. Otros destacados son  Luis Von Ahn de Guatemala creador de Captcha, la herramienta que todos usamos para demostrar que somos humanos identificando un texto, y de Duolingo, una de las aplicaciones más populares para aprender idiomas a nivel global; René Núñez de El Salvador, emprendedor e inventor en el área de uso eficiente de energía; y Jorge Huete de Nicaragua, quien es un reconocido investigador en Biología Molecular.

Los innovadores centroamerica

Lastimosamente, muchos de estos centroamericanos dejaron sus países para alcanzar su potencial en lugares donde la importancia de crear las condiciones e instrumentos para apoyarlos es más clara para la sociedad, el gobierno, la academia y el sector privado.

4- La ciencia y la innovación están desconectadas de los problemas sociales

Algunos de los innovadores citados arriba han utilizado la innovación y la tecnología como forma de atender los problemas y desafíos sociales, que abundan en Centroamérica. Una economía basada en la innovación no solamente puede mejorar la productividad y competitividad de las empresas sino que también puede promover una sociedad más equitativa. Esto es lo que se llama  innovación social y hoy representa una gran oportunidad para gobiernos, organizaciones y empresas. Puede constituir un vehículo adecuado para solucionar desafíos asociados con la vulnerabilidad social y el limitado acceso a bienes y servicios públicos, involucrando a los mismos ciudadanos en la identificación y resolución de estos problemas.

En Centroamérica se evidencia una muy escasa inversión pública y privada en actividades de ciencia, tecnología e innovación; una desarticulación entre los sectores público, privado y academia; así como una todavía escasa cultura innovadora de la sociedad en su conjunto, entre otros factores. Es crucial cambiar esto en un contexto en el que las economías se basan cada vez más en el conocimiento para impulsar la productividad y el empleo, y en el que las demandas sociales muchas veces requieren de soluciones innovadoras provenientes de la ciencia y la tecnología.

Si bien los gobiernos de Centroamérica han invertido en algunos programas intentando encender nuevas etapas en el desarrollo de sus capacidades de innovación, conviene plantear algunas preguntas al respecto: ¿Se tendrá conciencia del impacto que han demostrado este tipo de inversiones de manera consistente en otros países? ¿Cuál fue el tipo de implementación? ¿Qué tanto esfuerzo se dedicó en términos de inversión? ¿Se han ejecutado de manera completa y se han evaluado los resultados? Teniendo esto en cuenta, es hora de tomar decisiones para aumentar paulatinamente los recursos dedicados a mejorar las capacidades la innovación y dar un giro concreto hacia la dirección adecuada.


Galileo Solis
Es especialista senior en ciencia y tecnología de la División de Competitividad e Innovación del BID. Cuenta con más de 20 años de experiencia en políticas públicas de ciencia y tecnología, trabajando tanto para el sector público, privado, y para organizaciones no gubernamentales. En el BID, trabaja con tomadores de decisión de países de América Central, conceptualizando y gestionando una variedad de proyectos orientados a mejorar las capacidades de innovación, productividad y competitividad. Antes de unirse al BID, trabajó en la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación de Panamá. Galileo es Ingeniero de Sistemas y Computación (Universidad Católica de Panamá), posee un MBA (Incae Business School) y una maestría en Evaluación de Proyectos (Universidad del Itsmo).

Jorge Zavaleta
BID 1992-2008

El precio de la libertad."El olvido está lleno de memoria". Diario16 de Madrid


El precio de la libertad

"El olvido está lleno de memoria"

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Encontrar respuestas para aplacar la creciente violencia en las metrópolis  genera severas contradicciones entre la mayoría de  propuestas gubernamentales que inciden en la multiplicación de cárceles,  y las conclusiones contrarias que producen  instituciones e investigadores sociales de  
Los sentimientos son inocentes como las armas blancas. Hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio. Una de las cosas más agradables de la vida: ver cómo se filtra el sol entre las hojas, escribía el poeta uruguayo  Mario  Benedetti (1920 –  2009)  cuando aborda  el valor  de la libertad y  el efecto   disuasivo de la cárcel impuesto por los sistemas  judiciales.
La Casa Blanca publicó recientemente un reporte sobre el sistema judicial en los Estados Unidos, en el cual  muestra que la tasa de encarcelamiento es la más alta del mundo, el encarcelamiento es costoso y tampoco es costo-efectivo para combatir el crimen en comparación con otras políticas.
Algunas cifras  nos presenta Laura Jaitman, coordinadora del área de investigación en Seguridad Ciudadana y Justicia del BID. Señala que en Estados Unidos el encarcelamiento ha aumentado 19% entre 1995 y 2012, pasando de 595 a 709 reclusos por 100,000 habitantes. En el mismo período el crimen se ha reducido notablemente, tanto los delitos contra la propiedad como contra las personas. La tasa de homicidios bajó de 8 por 100,000 habitantes a 5 por 100,000 habitantes.
En América Latina, por su parte, la población privada de libertad ha aumentado en forma exponencial en las últimas décadas. Entre 1995 y 2012, la tasa de reclusos por 100,000 habitantes creció de 101.2 a 218.5, representando un incremento del 116%. Sin embargo, el crimen aumentó más aún en ese período, con tasas de homicidios regionales que se duplicaron de 13 a 26 homicidios por 100,000 habitantes.
Se pone en evidencia que muy pocos estudios ofrecen una explicación de los movimientos generales en las tasas de delincuencia nacionales (y regionales) y sus determinantes a lo largo  del tiempo. La distribución de la edad de la población, el número de policías, la severidad de las sanciones y ciertas políticas puntuales respecto de actividades ilegales generalmente se mencionan como factores muy importantes.
En EEUU,  tres de los estudios más destacados en la literatura sobre los factores determinantes del crimen destacan que el encarcelamiento tuvo un rol importante en esta tendencia, pero no puede explicar el gran descenso en el crimen. (Levitt (2004), Zimring (2006), Baumer (2009).
El crimen y beneficios esperados
Siguiendo la teoría económica del crimen,  los potenciales criminales comparan los costos y beneficios esperados de realizar acciones criminales y los comparan con actividades legales. El encarcelamiento actúa por dos caminos concretos en la ecuación: puede disuadir el crimen haciéndolo menos atractivo por las sanciones más duras, y puede reducir el crimen a través del efecto “incapacitación” ya que (en teoría) durante la condena los criminales están en aislamiento y fuera del mercado laboral ilegal.
Estudios que analizan cambios en la probabilidad marginal de ir a la cárcel o de sentencias más duras en Estados Unidos revelan un bajo efecto del encarcelamiento en la reducción del crimen agregado.  No hay consenso sobre la magnitud del efecto,  ni literatura para la región, pero la evidencia parece indicar que lo que afecta la disuasión son aumentos en la probabilidad de aprehensión y condena posterior más que el aumento en la severidad de sentencias largas.
Además cuando hay mucha población encarcelada, el efecto marginal de disuasión de más encarcelamiento es menor, lo que es consistente con la situación de Estados Unidos.
En América Latina, baja resolución e inversión
En América Latina la baja resolución de casos (menos de la mitad que en el mundo desarrollado) y la impunidad hacen que por más que la población privada de libertad aumente, esta amenaza de encarcelamiento a veces no se percibe como probable.  La literatura muestra que el aumento de la severidad de las penas que ya son largas no tiene un efecto en la reducción del crimen, con lo cual sería mejor invertir en la prevención del delito tanto con disuasión policial como mediante la mejora de las posibilidades en el mercado laboral legal.
En esta  Región se gasta aproximadamente un 0.15% del PBI y US el 0.5%.
Esta cifra no parece muy alta para la mayoría de los países. Sin embargo, para ponerla en perspectiva,  es un 50% superior al costo de financiar en su totalidad a los principales programas gubernamentales para el combate a la pobreza en México (Prospera) y Brasil (Bolsa Familia).
Per cápita, la tasa de encarcelamiento de la región se duplicó en menos de 20 años y, con casi 250 reclusos por cada 100,000 habitantes, es el doble de la de China, siete veces mayor que la de India, y 40 veces mayor que la de algunas regiones de Europa.
Si América Latina dejara en libertad a todos sus homicidas, su tasa de encarcelamiento sería todavía mayor que la de España. Éste es el resultado de años de políticas de mano dura en toda la región. Dicen sus partidarios que la posibilidad de recibir una pena severa en la cárcel es suficiente desincentivo como para que los criminales sean menos proclives a cometer delitos graves.  La evidencia empírica concluye que, en efecto, las cárceles hacen solo una contribución modesta al combate al crimen.
¿Cuál es la solución?
Reemplazar las condenas en prisión por medidas sustitutivas, más efectivas en términos de readaptación social y menos caras. “La mayoría de los objetivos del encarcelamiento puede lograrse por otros medios con mayor eficacia”, propone la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.
Justicia terapéutica. En esta propuesta se  examina el efecto de los tribunales de tratamiento de adicciones y señalan que la tasa de reincidencia de aquellos individuos sujetos a rehabilitación basada en terapia médica y psicológica integral es 16 puntos porcentuales menor que la de los infractores que no reciben tratamiento de desintoxicación.
Entonces, asistimos a la emergencia de una política—otra, distinta— capaz de controlar el estado de lo ilegal. Los conceptos de orden, disciplina, control del tiempo, vigilancia y seguimiento se aglutinan alrededor de la idea de la cárcel—reflejada en la imagen del panóptico o centro penitenciario imaginario diseñado por el filósofo Jeremy Bentham en 1791. El concepto de este diseño permite a un vigilante observar a todos los prisioneros sin que éstos puedan saber si están siendo observados o no.
Las cárceles, de acuerdo a esta idea, eran pensadas aún como centros de experimentación, como laboratorios conductistas, de donde podían extraerse lecciones para ensayar mejoras en los sistemas penales.
La  revista “Nomenclatura: aproximaciones a los estudios hispánicos”, producida por la Universidad de Kentucky, Spring/Primavera 2012, en una investigación titulada Sexualidad, opresión y el fin de la esperanza en El Sexto y Hombres sin mujer: retratos de dolor y crisis colectiva,  señala que la cárcel—ese espacio físico, de sanción y de posible regeneración según lo entendían sus creadores—tal como se la conoce desde la modernidad, nació a raíz de la oposición a las sádicas ejecuciones públicas en Europa que Michel Foucault nos recuerda, con lucidez pero también con asombro, en Discipline and Punish: The Birth of the Prison (1975).
Nomenclatura centra  el análisis literario y sociológico de dos novelas que tienen como escenario espacios carcelarios: El Sexto, del peruano José María Arguedas (1911-1969), y Hombres sin mujer, del cubano Carlos Montenegro(1900-1981).
La novela de Montenegro, publicada por primera vez en México en 1938 es una singular muestra de apertura Letras Cubanas. El tema del libro es espinoso para un gobierno como el cubano que ha hecho del rechazo oficial a la homosexualidad, manifestado en políticas represivas y de persecución, una de las bases de su doctrina.
En El Sexto y en Hombres sin mujer, la injusticia, la represión y el desengaño constituyen núcleos alrededor de los cuales se expresan las peores maldades del hombre. Ser presidiario, estar encerrado y reprimido, puede que produzca fantasías e ilusiones, a veces elementales pero legítimas. Lo cierto es que la incontrolable dinámica al interior de estos espacios de atmósfera enrarecida y poluta significa una horrenda experiencia que marca de por vida a quienes la sufren.
La característica que comparten estas obras no es sólo el ambiente en que se desarrollan y los hechos que ocurren en él sino que ambas constituyen productos autobiográficos  ficcionalizados; es decir, nacen de verdaderas experiencias de sus autores, quienes pasaron sendas temporadas en prisión.
“Estas novelas presentan a los presidios—suerte de enrarecidos microcosmos—como lugares donde se cometen abusos, infamias y tráfico sexual, de drogas y alcohol, y donde se produce la falta de respeto hacia los más elementales derechos, así como el crimen en sí mismo. A la par, los escritores describen con dureza las jerarquías que gobiernan estos lugares en los que no solamente se impone la injusticia de los regímenes administrativos oficiales sino la propia dinámica que los reclusos— abusadores unos, extorsionados otros—van creando en su contacto diario”.
En suma, los aportes de los escritores Arguedas y Montenegro, son indesligables de la palpable realidad que grafican, demuestran que la “buena voluntad” se quedaba a medio camino, se perdía, se difuminaba. La proyección, trágicamente, lo cierto es que la incontrolable dinámica al interior de estos espacios de atmósfera  enrarecida y poluta significa una horrenda experiencia que marca de por vida a quienes la sufren, remarca Nomenclatura.
La criminalidad urbana nos incumbe a todos. La mayoría de la población mundial vive en zonas urbanas y en América Latina más del 80% de sus habitantes  vive en las ciudades. Es la región más urbanizada del planeta y para millones de sus ciudadanos urbanos, la violencia es parte de su vida diaria.
La complejidad e interrelación de las causas de la violencia, ha llevado que el problema se esté analizando desde una perspectiva local, facilitando la creación y puesta en marcha de programas de prevención enfocados a los problemas propios de cada comunidad.  Los gobiernos locales de América Latina han puesto en marcha un sin número de estrategias, algunas consideradas paradigmáticas, otras de las cuales, aún no sabemos si funcionan, y si deberían continuar siendo financiadas, adaptadas y replicadas a otros contextos.
….
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
* Sexualidad, opresión y el fin de la esperanza en El Sexto y Hombres sin mujer: retratos de dolor y crisis colectiva, Jorge Zavaleta  Balarezo, PhD en literatura latinoamericana – Universidad de Pittsburgh.
*Arguedas, José María. El Sexto. Barcelona: Laia, 1974.
*Foucault, Michel. Discipline & Punish. The Birth of the Prison. Trad. Alan Sheridan. Nueva York: Vintage, 1995.
*Montenegro, Carlos. Hombres sin mujer. La Habana: Letras Cubanas, 1994.
*Picatto, Pablo. “El discurso sobre la criminalidad y el alcoholismo hacia el fin del porfiriato”. Hábitos, normas y escándalo. Ricardo Pérez.
*Vargas Llosa, Mario. La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del indigenismo. México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1996.


EL PRECIO DE LA LIBERTAD ESTA LLENO DE MEMORIA

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Encontrar respuestas para aplacar la creciente violencia en las metrópolis genera severas contradicciones entre la mayoría de propuestas gubernamentales que inciden en la multiplicación de cárceles, y las conclusiones contrarias que producen instituciones e investigadores sociales de reconocido prestigio global.
america latina violencia 2Los sentimientos son inocentes como las armas blancas. Hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio. Una de las cosas más agradables de la vida: ver cómo se filtra el sol entre las hojas, escribía el poeta uruguayo Mario Benedetti(1920 – 2009) cuando aborda el valor de la libertad y el efecto disuasivo de la cárcel impuesto por los sistemas judiciales.
La Casa Blanca publicó recientemente un reporte sobre el sistema judicial en los Estados Unidos, en el cual muestra que la tasa de encarcelamiento es la más alta del mundo, el encarcelamiento es costoso y tampoco es costo-efectivo para combatir el crimen en comparación con otras políticas.
Algunas cifras nos presenta Laura Jaitman, coordinadora del área de investigación en Seguridad Ciudadana y Justicia del BID. Señala que en Estados Unidos el encarcelamiento ha aumentado 19% entre 1995 y 2012, pasando de 595 a 709 reclusos por 100,000 habitantes. En el mismo período el crimen se ha reducido notablemente, tanto los delitos contra la propiedad como contra las personas. La tasa de homicidios bajó de 8 por 100,000 habitantes a 5 por 100,000 habitantes.
En América Latina, por su parte, la población privada de libertad ha aumentado en forma exponencial en las últimas décadas. Entre 1995 y 2012, la tasa de reclusos por 100,000 habitantes creció de 101.2 a 218.5, representando un incremento del 116%. Sin embargo, el crimen aumentó más aún en ese período, con tasas de homicidios regionales que se duplicaron de 13 a 26 homicidios por 100,000 habitantes.
Se pone en evidencia que muy pocos estudios ofrecen una explicación de los movimientos generales en las tasas de delincuencia nacionales (y regionales) y sus determinantes a lo largo del tiempo. La distribución de la edad de la población, el número de policías, la severidad de las sanciones y ciertas políticas puntuales respecto de actividades ilegales generalmente se mencionan como factores muy importantes.
En EEUU, tres de los estudios más destacados en la literatura sobre los factores determinantes del crimen destacan que el encarcelamiento tuvo un rol importante en esta tendencia, pero no puede explicar el gran descenso en el crimen.Levitt (2004), Zimring (2006), Baumer (2009).
El crimen y beneficios esperados
Siguiendo la teoría económica del crimen, los potenciales criminales comparan los costos y beneficios esperados de realizar acciones criminales y los comparan con actividades legales. El encarcelamiento actúa por dos caminos concretos en la ecuación: puede disuadir el crimen haciéndolo menos atractivo por las sanciones más duras, y puede reducir el crimen a través del efecto “incapacitación” ya que (en teoría) durante la condena los criminales están en aislamiento y fuera del mercado laboral ilegal.
Estudios que analizan cambios en la probabilidad marginal de ir a la cárcel o de sentencias más duras en Estados Unidosrevelan un bajo efecto del encarcelamiento en la reducción del crimen agregado. No hay consenso sobre la magnitud del efecto, ni literatura para la región, pero la evidencia parece indicar que lo que afecta la disuasión son aumentos en la probabilidad de aprehensión y condena posterior más que el aumento en la severidad de sentencias largas.
Además cuando hay mucha población encarcelada, el efecto marginal de disuasión de más encarcelamiento es menor, lo que es consistente con la situación de Estados Unidos.
En América Latina, baja resolución e inversión
En América Latina la baja resolución de casos (menos de la mitad que en el mundo desarrollado) y la impunidad hacen que por más que la población privada de libertad aumente, esta amenaza de encarcelamiento a veces no se percibe como probable. La literatura muestra que el aumento de la severidad de las penas que ya son largas no tiene un efecto en la reducción del crimen, con lo cual sería mejor invertir en la prevención del delito tanto con disuasión policial como mediante la mejora de las posibilidades en el mercado laboral legal.
AMERICA LATINA VIOLENCIA1En esta Región se gasta aproximadamente un 0.15% del PBI y US el 0.5%. 
Esta cifra no parece muy alta para la mayoría de los países. Sin embargo, para ponerla en perspectiva, es un 50% superior al costo de financiar en su totalidad a los principales programas gubernamentales para el combate a la pobreza en México (Prospera) y Brasil (Bolsa Familia).
Per cápita, la tasa de encarcelamiento de la región se duplicó en menos de 20 años y, con casi 250 reclusos por cada 100,000 habitantes, es el doble de la de China, siete veces mayor que la de India, y 40 veces mayor que la de algunas regiones de Europa.
Si América Latina dejara en libertad a todos sus homicidas,su tasa de encarcelamiento sería todavía mayor que la deEspaña. Éste es el resultado de años de políticas de mano dura en toda la región. Dicen sus partidarios que la posibilidad de recibir una pena severa en la cárcel es suficiente desincentivo como para que los criminales sean menos proclives a cometer delitos graves. La evidencia empírica concluye que, en efecto, las cárceles hacen solo una contribución modesta al combate al crimen.
¿Cuál es la solución?
Reemplazar las condenas en prisión por medidas sustitutivas, más efectivas en términos de readaptación social y menos caras. “La mayoría de los objetivos del encarcelamiento puede lograrse por otros medios con mayor eficacia”, propone la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.
Justicia terapéutica. En esta propuesta se examina el efecto de los tribunales de tratamiento de adicciones y señalan que la tasa de reincidencia de aquellos individuos sujetos a rehabilitación basada en terapia médica y psicológica integral es 16 puntos porcentuales menor que la de los infractores que no reciben tratamiento de desintoxicación.
Entonces, asistimos a la emergencia de una política—otra, distinta— capaz de controlar el estado de lo ilegal. Los conceptos de orden, disciplina, control del tiempo, vigilancia y seguimiento se aglutinan alrededor de la idea de la cárcel—reflejada en la imagen del panóptico o centro penitenciario imaginario diseñado por el filósofo Jeremy Bentham en 1791. El concepto de este diseño permite a un vigilante observar a todos los prisioneros sin que éstos puedan saber si están siendo observados o no.
Las cárceles, de acuerdo a esta idea, eran pensadas aún como centros de experimentación, como laboratorios conductistas, de donde podían extraerse lecciones para ensayar mejoras en los sistemas penales.
La revista “Nomenclatura: aproximaciones a los estudios hispánicos”, producida por la Universidad de Kentucky, Spring/Primavera 2012, en una investigación de Jorge Zavaleta Balarezo, titulada Sexualidad, opresión y el fin de la esperanza en El Sexto y Hombres sin mujer: retratos de dolor y crisis colectiva, señala que la cárcel—ese espacio físico, de sanción y de posible regeneración según lo entendían sus creadores—tal como se la conoce desde la modernidad,nació a raíz de la oposición a las sádicas ejecuciones públicas en Europa que Michel Foucault nos recuerda, con lucidez pero también con asombro, en Discipline and Punish: The Birth of the Prison (1975).
Nomenclatura centra el análisis literario y sociológico de dos novelas que tienen como escenario espacios carcelarios: El Sexto, del peruano José María Arguedas (1911-1969), y Hombres sin mujer, del cubano Carlos Montenegro (1900-1981).
La novela de Montenegro, publicada por primera vez en México en 1938 es una singular muestra de apertura Letras Cubanas. El tema del libro es espinoso para un gobierno como el cubano que ha hecho del rechazo oficial a la homosexualidad, manifestado en políticas represivas y de persecución, una de las bases de su doctrina.
En El Sexto y en Hombres sin mujer, la injusticia, la represión y el desengaño constituyen núcleos alrededor de los cuales se expresan las peores maldades del hombre. Ser presidiario, estar encerrado y reprimido, puede que produzca fantasías e ilusiones, a veces elementales pero legítimas. Lo cierto es que la incontrolable dinámica al interior de estos espacios de atmósfera enrarecida y poluta significa una horrenda experiencia que marca de por vida a quienes la sufren.
La característica que comparten estas obras no es sólo el ambiente en que se desarrollan y los hechos que ocurren en él sino que ambas constituyen productos autobiográficos ficcionalizados; es decir, nacen de verdaderas experiencias de sus autores, quienes pasaron sendas temporadas en prisión.
“Estas novelas presentan a los presidios—suerte de enrarecidos microcosmos—como lugares donde se cometen abusos, infamias y tráfico sexual, de drogas y alcohol, y donde se produce la falta de respeto hacia los más elementales derechos, así como el crimen en sí mismo. A la par, los escritores describen con dureza las jerarquías que gobiernan estos lugares en los que no solamente se impone la injusticia de los regímenes administrativos oficiales sino la propia dinámica que los reclusos— abusadores unos, extorsionados otros—van creando en su contacto diario”.
En suma, los aportes de los escritores Arguedas y Montenegro, son indesligables de la palpable realidad que grafican, demuestran que la “buena voluntad” se quedaba a medio camino, se perdía, se difuminaba. La proyección, trágicamente, lo cierto es que la incontrolable dinámica al interior de estos espacios de atmósfera enrarecida y poluta significa una horrenda experiencia que marca de por vida a quienes la sufren, remarca Nomenclatura.
La criminalidad urbana nos incumbe a todos. La mayoría de la población mundial vive en zonas urbanas y en América Latina más del 80% de sus habitantes vive en las ciudades. Es la región más urbanizada del planeta y para millones de sus ciudadanos urbanos, la violencia es parte de su vida diaria.
La complejidad e interrelación de las causas de la violencia, ha llevado que el problema se esté analizando desde una perspectiva local, facilitando la creación y puesta en marcha de programas de prevención enfocados a los problemas propios de cada comunidad. Los gobiernos locales de América Latina han puesto en marcha un sin número de estrategias, algunas consideradas paradigmáticas, otras de las cuales, aún no sabemos si funcionan, y si deberían continuar siendo financiadas, adaptadas y replicadas a otros contextos.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
*Violencia Urbana – Banco Interamericano de Desarrollo – EEUU 2016http://blogs.iadb.org/sinmiedos/2013/10/30/convocatoria-a-proyectos-de-investigacion-la-violencia-urbana-en-america-latina/
* Sexualidad, opresión y el fin de la esperanza en El Sexto y Hombres sin mujer: retratos de dolor y crisis colectiva, Jorge Zavaleta Balarezo, PhD en literatura latinoamericana – Universidad de Pittsburgh.
http://uknowledge.uky.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1016&context=naeh
*Arguedas, José María. El Sexto. Barcelona: Laia, 1974.
*Foucault, Michel. Discipline & Punish. The Birth of the Prison. Trad. Alan Sheridan. Nueva York: Vintage, 1995.
*Montenegro, Carlos. Hombres sin mujer. La Habana: Letras Cubanas, 1994.
*Picatto, Pablo. “El discurso sobre la criminalidad y el alcoholismo hacia el fin del porfiriato”. Hábitos, normas y escándalo. Ricardo Pérez.
*Vargas Llosa, Mario. La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del indigenismo. México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1996.
ACERCA DEL AUTOR
Jorge Zavaleta

JORGE ZAVALETA

Jorge Zavaleta Alegre, es Periodista, Licenciado en Ciencias Sociales y Filosofía. Co-fundador de Gestión, primer diario de economía y negocios del Perú. Oficial de prensa del BID, autor de cinco libros sobre America Latina y ahora, Corresponsal del Diario16 de Madrid, desde Washington.