Por una política pública de promoción de la cultura. Tema de refelexión para tiempos donde la tecnología corre a favor de la comunicación.
Francisco
Carranza Romero
En
varias oportunidades asistí en Perú a eventos de homenaje a los escritores César
Vallejo y José María Arguedas donde escuché muchos discursos ditirámbicos y
altisonantes interrumpidos por aplausos de los asistentes sonrientes y emocionados. Yo también, confieso, terminé
contagiado del ambiente de tanta peruanidad.
Sin embargo, después de aquellos momentos
de euforia no vi ni veo una propuesta de cómo difundir las creaciones
literarias de esos autores fuera del Perú mediante la traducción a otras
lenguas. Así se pasaron lustros y décadas con discursos plenos de adetivomanía:
Vallejo: “poeta universal”. Arguedas: “escritor del Perú profundo y de todas
las sangres”. Ningún ministerio ni institución se preocupa de promover la
traducción.
Después
de que la hispanista Hyesun Ko de Carranza tradujo una antología de César
Vallejo al idioma coreano y lo publicó en 1998 en Seúl, el Instituto de
Estudios de Asia y América (Universidad Dankook, Corea del Sur) organizó un
simposio con la participación de los hispanistas invitados de India, Taiwán,
China, Japón y Corea. En aquella oportunidad se reconoció que la primera
traducción antológica de César Vallejo al coreano era la primera en lengua
asiática.
En
el mes de junio de 2015 me entero por la prensa peruana que el colega Ganguli
de India, que nos prometió en Seúl traducir a Vallejo, ha publicado una
antología de César Vallejo al hindi y bengalí. También me entero que acaba de
ser traducido y publicado en idioma tailandés. Al fin, digo, Vallejo ya está en
cuatro idiomas asiáticos gracias a la buena voluntad y esfuerzos de los
hispanistas de Asia. ¿Eso de decir que César Vallejo es un “poeta universal” es
una realidad?
Los
latinoamericanistas extranjeros aprecian mucho los mitos y relatos andinos que
explican el pasado precolombino que los peruanos poco valoran. Ahora que existe
el Ministerio de Cultura, éste debe asumir la labor de promover y apoyar la
traducción. Por eso, es urgente la traducción a lenguas extranjeras del
documento “Dioses y hombres y hombres de Huarochiri” (traducción del quechua al
castellano de José María Arguedas), también conocido como “Ritos y tradiciones
de Huarochiri” que contiene mitos, ritos y relatos de los quechuas que el
sacerdote Francisco de Ávila los redactó en quechua antes que los extirpadores
de las idolatrías los hicieran desaparecer. Si los mayas tienen su “Popol Vuh”,
considerado como biblia maya; los quechuas tienen “Dioses y hombres de
Huarochiri”, la biblia andina.
Hablando de “Popol Vuh”, este libro también fue
traducido al coreano por Hyesun Ko de Carranza en 1999. Cuando el embajador de
Guatemala en Seúl, Giovanni Castillo, se enteró de este gran suceso, se alegró mucho
y se ofreció hacer la presentación del libro en una ceremonia oficial. Desde
entonces los coreanos saben sobre la cosmogénesis, antropogénesis, ritos y
costumbres de los mayas.
Dentro
de la política peruana de promoción cultural hacia el exterior, se debe tomar
con seriedad el apoyo a la labor de traducción de la literatura peruana a otras
lenguas.
Las embajadas del Perú en los países extranjeros donde no se habla el
castellano deben coordinar con los ministerios de Relaciones Exteriores y
Cultura para promover la traducción de las obras peruanas con serios criterios
de priorización y planificación, luego deben presentarlas al público para apoyar
la publicidad que motiva la venta.
Algunos
escritores peruanos, como el Premio Nobel Mario Vargas Llosa, ya no necesitan la
promoción porque tienen agentes que se dedican a esa labor. Pero las crónicas de
los escritores indígenas y mestizos sí deben ser consideradas como las primeras
que deben ser traducidas porque representan el inicio de la literatura peruana
en alfabeto latino.
Los
homenajes a Arguedas no deben terminar con discursos, danzas y cantos contando
la historia del joven tambobambino que murió por caerse al río: Tambambino
maqtata / yawar mayu apakun.