ENFOQUE
Jorge Zavaleta Alegre
Periodista
La banca de desarrollo busca recuperar sus objetivos
fundacionales de las décadas pasadas, que ahora en un nuevo contexto
internacional ha reducido drásticamente su participación respecto del
producto bruto interno de los países latinoamericanos.
Esta es una gran inquietud de múltiples académicos y empresarios
del sector privado que alientan la promoción de la banca pública en el
desarrollo, que en diversas situaciones neutralizaba los efectos
negativos de diversas crisis, colaborando para dar soberanía monetaria y financiamiento multisectorial.
La relación entre democracia y crecimiento económico exige una sólida teoría sobre la economía social que rescate la credibilidad y reputación del bien público en relación con la estructura de la banca privada.
La Asociación Latinoamericana de Instituciones Financieras para el Desarrollo (Alide), con sede en Lima, cuenta actualmente con 80 miembros en la región, además de Alemania, Canadá, China, España, Portugal, Suecia y Rusia.
Así, viene impulsando las buenas prácticas financieras entre sus asociados, como el financiamiento de proyectos inclusivos, responsables y sustentables.
El último libro Premios Alide 2014 destaca cinco proyectos con innovación e impacto socioambiental.
Sus directivos explican que no solo son significativos por alentar la inclusión financiera, sino que además se concentran en todo el proceso: facilitan capacitaciones y ofrecen seguimiento y asesorías para encaminarlos.
En esta línea aparece, por ejemplo, el proyecto Inclusión financiera de pequeños negocios, del Serviço Brasileiro de Apoio as Micro e Pequenas Empresas; la Nacional Financiera (Nafinsa) de México con su Esquema emergente para apoyo en desastres naturales y reactivación económica; además de Argentina, que potencia el uso de energías renovables porque se ha vuelto una prioridad, pero que aún no ha capturado la atención de las firmas financieras.
El Perú es uno de los países que más han crecido económicamente en los últimos años, y ello se debe en gran parte al fortalecimiento empresarial de la mano con el sistema financiero, pero no solo del sector privado, sino también de la banca de desarrollo.
Alide considera a la Corporación Financiera de Desarrollo (Cofide) una banca de segundo piso que financia a la micro, pequeña y mediana empresa, mediante una red de financieras descentralizada y a las familias de zonas rurales en situación de pobreza. Y finalmente Uruguay, con su Banco de la República, es un modelo financiero, según el BID.
Precisamente, Cofide es una empresa de economía mixta que cuenta con autonomía administrativa, económica y financiera.
Su capital pertenece en un 97.96% al Estado, 1.02% correspondiente a acciones B, y en un 1.02% al Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).
Publicado: 13/09/2014
La relación entre democracia y crecimiento económico exige una sólida teoría sobre la economía social que rescate la credibilidad y reputación del bien público en relación con la estructura de la banca privada.
La Asociación Latinoamericana de Instituciones Financieras para el Desarrollo (Alide), con sede en Lima, cuenta actualmente con 80 miembros en la región, además de Alemania, Canadá, China, España, Portugal, Suecia y Rusia.
Así, viene impulsando las buenas prácticas financieras entre sus asociados, como el financiamiento de proyectos inclusivos, responsables y sustentables.
El último libro Premios Alide 2014 destaca cinco proyectos con innovación e impacto socioambiental.
Sus directivos explican que no solo son significativos por alentar la inclusión financiera, sino que además se concentran en todo el proceso: facilitan capacitaciones y ofrecen seguimiento y asesorías para encaminarlos.
En esta línea aparece, por ejemplo, el proyecto Inclusión financiera de pequeños negocios, del Serviço Brasileiro de Apoio as Micro e Pequenas Empresas; la Nacional Financiera (Nafinsa) de México con su Esquema emergente para apoyo en desastres naturales y reactivación económica; además de Argentina, que potencia el uso de energías renovables porque se ha vuelto una prioridad, pero que aún no ha capturado la atención de las firmas financieras.
El Perú es uno de los países que más han crecido económicamente en los últimos años, y ello se debe en gran parte al fortalecimiento empresarial de la mano con el sistema financiero, pero no solo del sector privado, sino también de la banca de desarrollo.
Alide considera a la Corporación Financiera de Desarrollo (Cofide) una banca de segundo piso que financia a la micro, pequeña y mediana empresa, mediante una red de financieras descentralizada y a las familias de zonas rurales en situación de pobreza. Y finalmente Uruguay, con su Banco de la República, es un modelo financiero, según el BID.
Precisamente, Cofide es una empresa de economía mixta que cuenta con autonomía administrativa, económica y financiera.
Su capital pertenece en un 97.96% al Estado, 1.02% correspondiente a acciones B, y en un 1.02% al Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).
Publicado: 13/09/2014