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jueves, 1 de mayo de 2014

la globalización y Macondo: 100 años de soledad



La vida provinciana en un medio rural no es idílica. Fue un concepto acuñado alentado por cierta literatura y durante tanto tiempo. El mundo rural, es más, es teñido por la violencia, la explotación y la injusticia que desencadenan diversos sucesos políticos. La migración siempre ha existido, pero nunca como el proceso actual porque las personas dejan sus lugares de origen en busca de oportunidades que no existen.

La globalización del mercado convierte a las urbes en un desigual crecimiento cuyas consecuencias se perciben. Proyecciones de la migración interna dan cuenta de que en 2025 las ciudades latinoamericanas con los más altos PBI serán São Paulo (782 billones de dólares), México (745), Buenos Aires (651), Lima (213), Brasilia (210), Santiago (207) y Salvador (210 billones).

Si nos detenemos en el Perú, podemos inducir los desequilibrios internos: el Censo  Nacional de 2007 y sus proyecciones indican que la mayor migración interna del Perú se da en Lima y Callao, Madre de Dios, Moquegua, Arequipa, La Libertad, Tacna, San Martín, Tumbes y Ucayali. Hay regiones, como Huancavelica y Cajamarca, con alta migración a la Selva y la Costa, no obstante el boom minero.

Las capitales de las primeras nueve regiones no solo tienen la población más numerosa (Lima y Callao caminan hacia los 17 millones), sino también la concentración económica más aguda, con inversiones del exterior y lavado del narcotráfico.

En estas referencias no se destaca ni se quiere dar mayor valor a  las políticas sociales del  Estado con programas porque no son suficientes para superar las profundas brechas de desigualdad, se mantiene intacta la vieja configuración de un modelo urbano con demasiadas ventajas para la inversión transnacional y pocas para el emprendedor nativo.

Las deformaciones del modelo están a flor de piel en las urbanizaciones. En el antiguo casco urbano habita una modesta clase media y sus vecinos están excluidos de ese espejismo del desarrollo. La convivencia es imposible por la masiva desocupación, sobre todo masculina, ausentismo escolar, riñas callejeras.

La literatura del peruano Carlos Eduardo Zavaleta en  Los aprendices y de García Márquez en Cien años de soledad nos revelan que nuestra realidad social es más compleja con zonas secretas, oscuridades y ambigüedades, y  que cierto realismo epidérmico había preferido pasar por alto.

Hoy más que nunca es vital estar cerca de la historia contemporánea, probando sus aptitudes, su coraje, su valentía, su capacidad para amar, la entereza, la integridad y la honestidad de su posición, son juicios del escritor español Manuel Domínguez, mientras sentimos que el sistema se fagocita con nuestro sometimiento conformista.


Publicado: 01/05/2014
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