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viernes, 13 de septiembre de 2013

LA PRENSA MONOPOLICA, NUEVAMENTE EN DEBATE

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Jorge Zavaleta Alegre. Cambio16-Madrid.-

América Latina vive un momento interesante en la búsqueda de más libertad de prensa. La  Corporación Andina de Fomento – CAF,  décadas atrás promovió  el premio de promoción  de la integración subregional y la libertad de prensa. Los ganadores fueron periodistas  seleccionados por un jurado distante del quehacer periodístico para no caer en los mismos vicios  de fallos que  casi siempre benefician a los más allegados al poder político de turno.

Ese premio incluyó visitas a empresas privadas y públicas, diálogo con ministros, especialmente de educación y economía,  y entrevistas con los presidentes de Bolivia,  de Venezuela, del Ecuador, en otros.

Los periodistas participantes tuvimos ocasión de  exponer algunas   limitaciones  para tratar de atender  las demandas e inquietudes del lector. El caso más ilustrativo sobre el ejercicio de la libertad  fue  el que expuso  una periodista  de  El Comercio de Quito, fundado en 1906, por los hermanos César y Carlos Mantilla Jácome. Recordó ella,  que en una mañana diáfana  se acercó a la dirección del diario un ciudadano de edad avanzada para exigir la rectificación de una  noticia que daba cuenta de su matrimonio con una dama guayaquileña, y que según él no era verdad y que dicha versión le  provocaba incomodidades  dentro  y fuera de su entorno social.

Ante el reclamo,  el director del diario le respondió que sería imposible  la  rectificación, porque no era costumbre de su  diario atender solicitudes de esa y de otra naturaleza por parte de ningún lector.

El ciudadano afectado, insistió en su derecho, incluso decidió pagar, en exceso, el costo del aviso  para superar el error informativo.   Pero para sorpresa del reclamante, el director del periódico,  con voz calmada pero firme, le respondió: “Mi diario nunca se rectifica. Si El Comercio ha publicado su matrimonio, esa versión es cierta y  Ud. seguirá casado en tanto el diario exista. Le ruego  retirarse de esta redacción”.

En el Perú, la mayoría de los periódicos estuvo bajo el control de una sola mano durante el régimen de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos (1990-2000), quienes dispusieron de fondos públicos para comprar la línea editorial de algunos medios, como está judicialmente acreditado. Y cualquier voz discrepante, sufrió hasta juicios, como el  semanario español Cambio16 - América, que en 1994 fue requisado y sus representantes fueron sometidos a un juicio que tras cuatro años  fue archivado.

Esta  y muchas otras anécdotas retratan  los limitados  horizontes que tiene  la libertad de prensa. Gracias a la actual revolución tecnológica de las comunicaciones  se han abierto más espacios para ampliar los  Derechos Humanos y la Ética periodística. Sin embargo,  la antigüedad y la tradición de los antiguos periódicos, estimula la pretensión  monopólica de la información y la publicidad del mercado.

En el 2013, asistimos  a una coyuntura que violenta nuevamente la libertad de prensa.  Veamos  qué ocurre  en el Perú. El diario El Comercio, fundado en Lima, en  1839,   propiedad de una  sola familia, acaba  de sumar a la  propiedad de cinco diarios y dos canales de TV, la cadena  Epensa, conformada una red nacional de los diarios Correo, Ojo, Aja y Bocón. De esta manera, el grupo El Comercio, desde el 21 de agosto del 2013, cuenta con  el 78% del mercado de diarios del país.  

Los primeros en protestar son los directivos de  La República, cuyo dueño Gustavo Mohme también comparte  con el grupo El Comercio la propiedad del  canal  América TV.  Este empresario argumenta que según la Constitución peruana  la prensa no “puede ser objeto de exclusividad, monopolio ni acaparamiento, directa ni indirectamente, por parte del Estado ni de particulares”, al mismo tiempo que revela que la familia propietaria del  grupo Epensa ha incumplido el compromiso ya pactado de unirse a la República.

Una vez más se pone en evidencia que la libertad empresarial no  coincide siempre con el ejercicio de la libertad de prensa. Desde el Canal N, del Grupo El Comercio, se afirmó que el Grupo La República tendría  una componenda política en línea con los intereses del presidente ecuatoriano Rafael Correa, versión que el propio medio se encargó de desmentirla.

El ciudadano  se pregunta: ¿Gana o pierde la democracia con la compra? ¿Se afianzan las libertades de prensa, de expresión y pensamiento? ¿Ha sido afectada la pluralidad de los periódicos con la adquisición?.

El Grupo El Comercio, antes de adquirir Epensa bordeaba el 50% del mercado nacional de venta de diarios. Epensa, grupo  ligado a la familia Banquero Rossi, cuya  fortuna fue construida  en los años sesenta con el boom de  pesca y la fabricación de harina de pescado.  Sus diarios representaban el 29% y el Grupo La República, 17 % del total.

La República buscaba equilibrar la posición del Grupo El Comercio, lo que contribuiría a una competencia más sana en beneficio de la pluralidad de voces periodísticas, de los lectores y de los anunciadores entre otros.

Las publicaciones “El Comercio”, “Perú.21”, “Gestión”, “Trome”, “Depor”; y por otro, “Correo”, “Ojo”, “Ajá” y “El Bocón”, serían comercializados en adelante por un mismo grupo. Gestión, diario especializado en economía, cuando se fundó en 1990 mantuvo una linea de opinión muy amplia, que dio espacios permanentes a las más diversas agrupaciones políticas, cuya estructura fue saludada por sus lectores. Desde el 2008, al ser adquirido por el grupo El Comercio, cierra sus espacios y se suma al conservadurismo tradicional.  

El artículo 61° de la Constitución señala que:  “El Estado facilita y vigila la libre competencia. Combate toda práctica que la limite y el abuso de posiciones dominantes o monopólicas. Ninguna ley ni concertación puede autorizar ni establecer monopolios. 

La prensa, la radio, la televisión y los demás medios de expresión y comunicación social; y, en general, las empresas, los bienes y servicios relacionados con la libertad de expresión y de comunicación, no pueden ser objeto de exclusividad, monopolio ni acaparamiento, directa ni indirectamente, por parte del Estado ni de particulares”.

El caso peruano excede lo que la Unesco llama “niveles inaceptables de concentración” de la prensa.  La Unesco considera  que las autoridades deben velar para “evitar las concentraciones excesivas de propiedad de los medios” y debe asegurar los canales necesarios para que “los grupos de la sociedad civil y la ciudadanía en general participe activamente de la promoción y ejecución de las medidas para fomentar el pluralismo mediático”.

El  estudio de la Unesco del 2008,  “Indicadores de Desarrollo Mediático: Marco para evaluar el desarrollo de los medios de comunicación social”, menciona el concepto “niveles inaceptables de concentración” de la prensa.

La Unesco señala en ese ámbito que las autoridades “deben tener el poder de hacer desinvertir en las operaciones mediáticas cuando se amenace la pluralidad o se alcancen niveles inaceptables de concentración, e imponer sanciones cuando sean requeridas”.

La historia latinoamericana está saturada de hechos que han provocado  la concentración del poder y generado la consecuente la dictadura.  La falta de pluralidad de ideas, no dejaría ver las consecuencias que acarrea un monopolio.

La problemática peruana, nos lleva nuevamente al Ecuador para analizar la nueva Ley de Comunicación del gobierno del Presidente Correa. La Asociación de Editores de Periódicos de Ecuador (Aedep) alerta sobre un eventual control "asfixiante" del Gobierno a la prensa, tras la aprobación legislativa de una nueva Ley de Comunicación, que el Ejecutivo considera necesaria para frenar los  "abusos" de ciertos medios. La Aedep, estima que la Ley de Comunicación Nacional sólo busca "apuntalar el monopolio mediático gubernamental".

Para esta asociación, la ley no va a democratizar la información en el país y "tampoco es verdad que va a devolver la palabra al ciudadano", como dice el Gobierno.

El Congreso de Ecuador aprobó el proyecto de ley  que regula a los medios y reduce la participación del sector privado mediante una nueva repartición de frecuencias de radio y TV.  La ley establece una nueva repartición de frecuencias y licencias de radio y televisión, concediendo 34% para los medios comunitarios, 33% para el sector público y 33% para los privados con fines de lucro.

El sector privado controla actualmente 85,5% de las frecuencias radiales y 71% de las televisivas, según la Superintendencia de Telecomunicaciones.

Asimismo, la ley crea un consejo de regulación, que restringirá la difusión de contenidos violentos, explícitamente sexuales o discriminatorios.

Para los medios comunitarios, la ley establece que el Estado deberá asegurar su financiación. Por aspectos como este, el texto fue apoyado por la principal organización indígena del país, la CONAIE, en la oposición. Un artículo establece que al menos 10% del presupuesto privado para publicidad se destine a medios comunitarios.  En una consulta popular en mayo de 2011, los ecuatorianos aprobaron la creación del ente.  La ley "se ajusta a lo que dice la Constitución y la Convención Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)", y  sanciona el "linchamiento mediático", el cual consiste en la "difusión de información concertada y publicada reiterativamente para desprestigiar a una persona natural o jurídica o reducir su credibilidad pública".

Además, dispone que 60% de los contenidos televisivos corresponda a producciones hechas en Ecuador, al igual que el 50% de la música que difunden las radioestaciones.

El  gobernante Rafael Correa  ganó el año pasado al diario El Universo de Guayaquil, una querella en la cual tres directivos y un exeditor de opinión fueron condenados por injuria a tres años de cárcel y al pago de 40 millones de dólares. Sin embargo, Correa extendió un perdón judicial y la causa fue archivada.

Sin duda, las nuevas administraciones políticas de varias repúblicas de América Latina con programas que propugnan reformas sociales y organizaciones como Unasur, no gozan de la simpatía de los medios tradicionales.


Este siglo, sin duda, el debate sobre la Libertad de Prensa seguirá siendo un tema de mayor preocupación  social,  consecuencia de esa mayor información y análisis que nos ofrecen los medios alternativos. El buen periodismo, sin duda, tiene asegurada larga vida, porque se deben  a sus lectores.  Si la prensa gozara de plena libertad, las sociedades serían más libres, podrían seguir buscando alternativas para lograr  más alegría y felicidad colectiva.