Jorge Zavaleta Alegre
El Perú, archipiélago de pueblos olvidados, cuyo fraccionamiento fue alimentado desde la colonia, el virreinato y el cacicazgo republicano, comienza a plantear nuevas rutas de integración, a través de diversos estudios y publicaciones de autores oriundos de las propias comarcas.
Las recientes reflexiones sobre la unidad geográfica y social representan un evidente giro en la visión descentralizadora y de regionalización del país. La docente Graciela Bravo Mejía, especializada en gestión educativa y experiencia en diversas instituciones de desarrollo, con “Santo Toribio, memorias de mi tierra” (280pags) y, hace dos años, con la interpretación de las festividades de la patrona Santa Isabel, ofrece una renovadora mirada del Perú, evocando la rebeldía de escritores como Arguedas, C.E. Zavaleta y poetas como Chocano, el cantor de América autóctono y salvaje. El libro es editado por Prensa Ancashina, la revista representativa de ese departamento, con más de25 años de vigencia.
Recetas claves. El desarrollo concertado, respeto a la autonomía municipal y una educación innovadora con oportunidades de trabajo para los jóvenes, son algunas propuestas que plantea al país desde el más joven de los distritos peruanos: Santo Toribio, en la Cordillera Negra de la turística Región Ancash, que cumple este junio del 2011, su vigésimo primer aniversario de desmembración legal del distrito de Huaylas.
Santo Toribio de Mogrovejo, es un distrito que lleva el nombre del obispo de Lima a quien la religiosidad popular le atribuyó el milagro de descubrir un manantial en esa zona andina de escasos recursos hídricos.
La lucha por la independencia de Santo Toribio se inició en 1918, cuando sus pobladores empiezan a cuestionar orgánicamente las costumbres gamonales que primaban entre las autoridades despóticas. Las obras públicas, desde trochas, escuelas y templos, en la capital distrital las hacían solo los braceros o trabajadores de la campiña, bajo un trato despectivo y muchas veces privados de salarios y alimentos.
El siguiente es el diálogo con la V. Graciela Bravo Mejía:
Ancash, es una de las 25 regiones del Perú más divididas del país, no solo por sus 20 provincias y 195 distritos, sino por la cadena de glaciares, lagunas y ríos de la Cordillera Blanca, amenazada por el cambio climático. ¿Cuáles son las principales motivaciones para escribir las memorias de su tierra y sobre las festividades religiosas, que son elementos articuladores de la identidad?
-Me motiva el deseo de difundir todas las potencialidades e historia del distrito natal, fundamentalmente para las generaciones jóvenes, para los niños, porque reza el dicho: “Solo se ama lo que se conoce”
Si los niños no conocen la historia de su pueblo no pueden amar a su tierra. Y para cultivar esos valores me motivó, aparte de los recuerdos de la infancia, los recuerdos de mis padres, el hogar, la familia; los paisajes y la gente con identidad laboriosa e intenso civismo.
¿Cuando terminó de escribir este segundo libro qué pensamientos surgen ante el intenso fraccionamiento geográfico y político de los pueblos?
-La razón, generalmente, está en los pueblos que están buscando un mejor medio de vida, mejores condiciones para satisfacer sus necesidades. Como no se encuentra el necesario apoyo, pienso que, de alguna manera, con el trabajo grupal se puede conseguir algo. Este camino se aprecia en todo el país. La búsqueda del progreso motivó a Santo Toribio su separación del distrito de Huaylas. El movimiento fue eminentemente por la búsqueda de desarrollo, por una vida más digna.
¿Y la posibilidad de reintegración está muy cerca o lejana?
-Es bastante difícil, porque ya se ha formado una identidad, un sentimiento bastante arraigado en la mayor parte de la población. Nosotros tenemos mucha resistencia de parte del distrito de Huaylas, del cual nos disgregamos, al cual le tenemos cariño, porque somos hermanos, somos parte de la misma historia. Inclusive en mi libro comento este hecho: partimos de un mismo origen, pero nunca se entendió a los primeros luchadores que en 1918, con todo lo que he investigado, fue un grupo muy grande y el movimiento continuó en 1940 y en los 50, con la participación de Víctor Flores, Justo Villafana, Felipe Rodríguez, Julio Granda, Visitación Bravo, Julio Alva, Gregorio Mejía, entre otros. Un número grande de personas y sus respectivas esposas que han participado en este afán de conseguir situaciones de progreso para vivir mejor.
La receta es aplicable a otros lugares. ¿Desde Santo Toribio cuáles son las proyecciones para el futuro de la región y de Huaylas, distrito del cual se desmembró su tierra natal?
-Anhelo que cada distrito busque su desarrollo de manera coordinada, porque somos del mismo valle, la misma raza. Pienso que si cada uno impulsa su desarrollo y coordina situaciones que pueden marchar en común, seguramente se conseguirían óptimos resultados.
¿En que vertientes se sustenta la edificación del desarrollo permanente hasta ahora ajeno del crecimiento macroeconómico?
Indudablemente, un elemento sustancial es la participación de su gente. Hace falta la agricultura y el turismo. Falta el apoyo estatal. En muchos pueblos del Perú la mayor parte de su población más productiva ya emigró, y retorna solo para épocas de fiesta. No hay medios de desarrollo. Los que se van quedando tienen limitaciones, aun cuando son gente emprendedora, al final se traslada a la capital. La migración es un tema muy serio y es una de las causas del retraso.
Nota. La autora de este libro agradece los aportes de Alicia Bravo, periodista e historiadora, en el capítulo de la geografía y antecendtes culturales de Sto. Toribio. Igualmente, a Rómulo Pajuelo, permanente
investigador de Ancash, por su acuciosa presentación.