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jueves, 26 de mayo de 2011

LAS FINANZAS RURALES EN EL PERU

Jorge Zavaleta Alegre

En Huaraz, el crédito rural tiene avances positivos
  Las instituciones de microfinanzas en el Perú han crecido notablemente, pero no lo suficiente, si comparamos con otros países como Colombia, Chile y Brasil, y analizamos la presencia de los sistemas formales e informales. Queda un largo camino por recorrer.
 En el Perú sólo en 271 distritos de los 1,833 que cuenta el país existe algún tipo de intermediación financiera por instituciones reguladas, a pesar de que las empresas reguladas no bancarias han incrementado sus clientes en más de un millón de personas que operan con depósitos y créditos.
Esta realidad se explica por la excesiva fragmentación territorial y los desniveles económicos de la propia población. En el Perú hay casi 1.6 millones de unidades agropecuarias, de las cuales menos del 10% ha logrado acceder al sistema de crédito que brindan las instituciones reguladas.
La experiencia del Banco de la Nación, que funciona en los distritos mediante un mecanismo de agencia compartida con una institución microfinanciera, confirma resultados positivos y también nos lleva a la conclusión que lo rural va más allá de la actividad agropecuaria.
Estas son algunas referencias de la XIII Mesa Especial de Sepia, una asociación que promueve investigación y debate de los temas rurales, agrarios y ambientales, a lo largo de 25 años, y apoyando, especialmente a jóvenes de diversas especialidades. En la reciente edición, incluye 10 trabajos interesantes, y entre otras conclusiones advierte al lector que el mundo rural no solo demanda atención financiera, ni títulos de propiedad sino la concurrencia de diversos factores que el Estado y el sector privado no han tomado debida cuenta desde hace mucho tiempo.
MCastillo Torres,experto peruano en microfinanzas
 Uno de los trabajos con mayor profundidad y que inicia la publicación editada por Johanna Yancari, corresponde al peruano Marco Castillo Torres, consultor internacional, que durante largos años tuvo a cargo la gerencia de la Corporación Financiera de Desarrollo – COFIDE.
Para Castillo Torres, la problemática del financiamiento rural tiene diferentes dimensiones: Hay un importante segmento en la base de la de la pirámide social que sólo puede ser atendido por el Estado con mecanismos que ayuden fundamentalmente la lucha contra la pobreza. Un segundo sector que ha logrado un nivel de acumulación o compromiso que permite ser incorporado a esquemas de mercado para superar los condicionantes de riesgo de las operaciones crediticias. Un tercer segmento, aquellos que desde diferentes formas de asociación logran su oferta productiva o de servicios con las instituciones financieras. Y finalmente, el sector constituido por empresas que tienen de alguna manera acceso al mercado y a la industria financiera, pero que por la naturaleza y envergadura de sus operaciones o por su dispersión o ubicación, no son bien atendidas por las instituciones financieras.
No cabe duda que los mercados financieros desempeñan un rol fundamental en el crecimiento y desarrollo de los países. Pero no es suficiente. Es como el agua potable – lúcida ilustración de Castillo Torres -: cuando el servicio no se tiene en casa es mucho más elevado que el de otros proveedores que “ofrecen” tarifas para los de menores recursos.
Esta misma referencia financiera es cruel. El agua al igual que el crédito, es más caro para los pobres. Los barrios exclusivos riegan sus jardines y llenan sus piscinas, con tarifas similares o menores al que pagan los grandes sectores populares. La Mesa Sepia con esta entrega sobre Finanzas Rurales bien puede ser útil para los planes de gestión de un gobierno con profunda mística.