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viernes, 25 de febrero de 2011

La Biblioteca Nacional, responsabilidad de todos

Jorge Zavaleta Alegre, Lima
*Hay que encontrar el soporte en las asociaciones de amigos y patronatos.
http://www.bnp.gob.pe/amigosbnp/princi.htm
Para empezar, un homenaje al Papel de Amate o de Árbol, que fue el cimiento para soportar los códices mayas y mexhicas. México y Perú constituyen en América Latina los más grandes cuerpos bibliográficos porque aquí llegó primero la imprenta de Johannes Gutenberg. Pero en esta Región se construye una Biblioteca Nacional cada 100 años.
BNP,última obra publica  previo concurso arquitectónico
 El cierre obligado durante noventa de días de la Biblioteca Nacional del Perú por robo de libros grabados en oro de los siglos XVI y XVII, microfilmes y otros documentos de la época del virreinato, provoca la indignación de la sociedad en general, y en particular de cada uno de los miembros de la Asociación de Amigos de la Biblioteca.
La AABNP fue creada en el 2004, por recomendación de la UNESCO con el fin de promover un movimiento de solidaridad que permitiera la terminación de una nueva sede de la Biblioteca Nacional en el distrito de San Borja, última obra pública construida por concurso arquitectónico. http://www.bnp.gob.pe/amigosbnp/princi.htm
La Campaña del Nuevo Sol, entre 2004 y 2005, para la Biblioteca generó dos hechos muy concretos: el respaldo unánime de los medios de comunicación, empezando por la Asociación de Prensa Extranjera. El dinero fue simbólico. Fue un imposible que la burocracia se organice para recorrer las calles con sus pequeñas alcancías de lata.
Lo más valioso fue corroborar el sentimiento colectivo sobre valor del libro, que está profundamente internalizado en los grandes sectores populares. Por lo tanto el latrocinio de un libro es tan grave o más aún que cualquier atentado contra los bienes tangibles – Edificaciones Monumentales -, porque las páginas de un libro constituyen el insumo de esa peligrosa intangibilidad, el conocimiento, ya no puede ser arrebato por nadie cuando está en la mente y la conciencia de cada niño, adolescente o adulto.
La indignación ciudadana crece al saber de la creciente existencia de traficantes de arte que mueven grandes cantidades de dinero, desde la ubicación de los libros incunables, documentos o pergaminos, para confirmar su autenticidad, hasta el planeamiento del robo.
Sede antigua BNP en Centro Historico Lima
Podrá decirse que el diseño de la sede de la BNP ha sido alterado un tanto, porque no se ha erradicado una piscina pública, se ha construido una puerta más de ingreso y se ha tugurizado el edificio con el traslado de una parte del Ministerio de Educación. El latrocinio no es solo en la BNP. En los ultimos anos el Archivo General de la Nacion ha sido presa de la delincuencia y del descuido casi absoluto de la conservación de sus bienes.

La verdad, como informa su Director, Ramón Mujica, la crisis de la Biblioteca se da por una permanente ausencia de políticas de Estado, que margina a los bibliotecólogos, a los investigadores y a toda una burocracia no profesionalizada ni motivada. La BNP da cuenta de la desaparecieron de al menos 663 libros, entre ellos un incunable de Rotterdam de 1524.
Toda crisis tiene dos caras. Los candidatos a la presidencia de la República y al Congreso y al Parlamento Andino tienen ahora la oportunidad de expresar y trazar acciones políticas que nos lleven, por ejemplo, a rescatar originales o copias de los miles de libros que la soldadesca chilena arrebató a la Biblioteca peruana, después de incendiarla. No se trata de ninguna propuesta “chauvinista”, sino de entender que la globalización comercial y económica tiene sus mejores raíces en las relaciones culturales.
La Biblioteca Nacional del Perú atesora más de siete millones de títulos. Desde cartas de navegación hasta tratados de quechua; desde libros con diseños modernos hasta ejemplares del siglo XV con grabados y relieves en pan de oro. La BNP, según sus sucesivos directores, Sinecio López, Hugo Neira y Ramón Mujica, ha cerrado porque ya no se puede más con el desorden, la precariedad y las mafias que de manera sistemática vienen sustrayendo los títulos más valiosos.
Detrás de esta fachada, sede Archivo de la Nación
 La BNP no tiene un registro de su patrimonio bibliográfico. Hay inventarios dispersos, pero son pocos y están desactualizados, figuran aún en el catálogo electrónico, pero que no están en los almacenes. Las cerraduras han sido forzadas, porque solo dos empleados tienen las llaves de esos ambientes reservados.
Una visita al local permite comprobar que los volúmenes se encuentran apilados sobre viejos anaqueles de metal, en un desorden fantasmal, que no se diferencia mucho de las condiciones que existían en la vetusta sede de la populosa Avenida Abancay, nombre de la capital departamental donde nació José María Arguedas (Andahuaylas, 1911 - Lima 1969), el autor de Todas las Sangres y Ríos profundos. Algunos de estos originales también han sido arrebatados.
La BNP revela que hace cinco meses, que el director descubrió que en la azotea de la antigua sede, 200 manuscritos originales del mariscal Andrés Avelino Cáceres, uno de los poquísimos militares muy querido por el pueblo peruano, estaban entre la basura para ser desechados. Información interna dice que el Director no descubrió nada, sino ha tardado en reaccionar. Lo que ocurre en la BNP se generaliza en otras bibliotecas del país. Centenas de valiosas bibliotecas en conventos y parroquias no tienen ninguna seguridad. Solo hagamos referencia a la Biblioteca de Ocopa, cerca de Jauja, lugar de donde partieron las misioneros españoles para descubrir la Amazonía. De ese convento han desparecido ejemplares de la primera versión de la Biblia y otros documentos sacros. Se trata de incunables, cubiertos con pieles de cuero de oveja. Esta hermosa biblioteca tiene un rústico inventario escrito a mano. Recién el año pasado llegó una comisión de la Universidad Católica de Lima para darle un apoyo temporal, luego los miembros del Tribunal Constitucional descubrieron la bibliografía clave de siglos pasados para modernizar su organización. Pero la falta de protección subsiste.
Lecciones a aprender. Los patronatos, las asociaciones de apoyo a las bibliotecas son fundamentales. El Estado debe trabajar con ellas. La Biblioteca Pública de Nueva York, por mencionar una, tiene entre los miembros de su fundación, al presidente del diario The New York Times, empresarios e instituciones privadas de comprobada vocación social.
No es una novedad en el mundo el tráfico de libros. Hace tres años en la Biblioteca Nacional de Madrid, los ladrones se apoderaron de dos mapamundis grabados e ilustrados de la edición incunable de 1482 de la obra de Ptolomeo "Cosmografía".
En la Universidad de Boloña, la más antigua de Europa, el tácito cuidado de sus instalaciones lo ejercen los estudiantes y la propia población, que han hecho del campus un excelente espacio integrado a la ciudad, apacible, de fácil acceso a las bibliotecas, incluyendo a la sofisticada colección de planisferios y otras herramientas esenciales para comprender la complejidad de la cosmografía y la vida.
Bien vale recordar ahora esta frase: “La literatura crea fraternidad dentro de la diversidad humana y eclipsa las fronteras que erigen otros hombres y mujeres la ignorancia, las ideologías, las religiones, los idiomas y la estupidez”, ha dicho el Nobel Mario Vargas Llosa, en un reciento encuentro organizado en Lima por la Unión Europea y la Cámara Sueca, que debería repetirse en ambientes más amplios y con interlocutores de las diferentes lenguas que tiene este país, como Vargas Llosa recrea en “El Hablador o en la Casa Verde”, y que seguramente fue parte de la “cartografía de estructuras de poder y sus mordaces imágenes de la resistencia individual, sublevación y derrota”, como dice la Academia Sueca al oficializar el Nobel de Literatura 2010.











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